(Corregido hoy, 25 febrero, día del cumpleaños de Néstor
Kirchner)
AL SEÑOR PRESIDENTE DEL PJ RIO CUARTO
COMPAÑERO HUGO ABRAHAM
PRESENTE
Estimado compañero:
Cada
vez que un amanuense del Rey Salomón, el Sabio, se acercaba a éste para
informarle de algún “desliz” verbal de un habitante del reino, el monarca lo
sometía invariablemente a este interrogatorio: “Dime primero quién lo dijo.
Luego, a quién se lo dijo, cómo lo dijo, y por qué lo dijo. Sólo así podré
comprender lo último que te preguntaré: qué diablos dijo”. (Lo de “diablos”,
claro, es una licencia literaria).
No puedo pedirle a
Ud. que posea la sabiduría del rey Salomón. Después de todo, esa sabiduría fue
un don que Dios le entregó personal y exclusivamente a aquel monarca. Sí debo
reclamarle que (antes de interpretar mis palabras) conozca mi historia. En
otras palabras, sepa quién soy.
En plena dictadura, estuve en cada
plaza para reclamar Paz, Pan y Trabajo con Saúl Ubaldini e integré las
Juventudes Políticas de Río Cuarto que abogaban por elecciones libres, mientras
el genocida de turno afirmaba que las urnas estaban “bien guardadas”
En la Semana Santa del 87 salí a defender el orden democrático y consideré una traición al pueblo las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Ni hablar del Indulto a los genocidas, preludio del gobierno mal llamado peronista de los 90.
Entre 1995 y el 96 encabecé como hombre del PJ la Comisión de Declaraciones, Deberes y Garantías de la Convención Municipal. Más acá en el tiempo, me manifesté públicamente en contra del gobierno de De la Rúa porque “debutó” asesinando trabajadores en el puente que une Reconquista con Corrientes y se despidió con los trágicos hechos de diciembre del 2001. Finalmente, respiré aliviado cuando Eduardo Duhalde comprendió que debía adelantar la entrega del poder, tras ver como un alto jefe de “la mejor policía del mundo” asesinaba a Kosteky y Santillán a la vista del mundo” (y a pesar del ocultamiento de “Clarín”).
En los últimos diez años, lamenté públicamente la sanción del mamarracho conocido como “Ley Blomberg” (que varió el mandato constitucional de considerar a las cárceles no como un lugar de castigo sino como un centro educativo de reinserción), repudié la designación de uno de los encubridores de la causa AMIA al frente de la Metropolitana, anticipé que la decisión del gobierno santafesino de permitir la “autonomía” de sus jefes policiales podía derivar en un acuerdo con la mafia organizada del narcotráfico, y me estremecí ante el monolito neuquino que recuerda la muerte del maestro Fuentealba, asesinado por la policía de Sobisch por reclamar una mejora en el salario docente.
Para su tranquilidad, no siempre participé de “shows kirchneristas” (utilizo palabras del concejal Dova). Por eso, también manifesté mi indignación frente al permanente hostigamiento de la policía formoseña a la comunidad Qom y a la decisión de la “justicia” tucumana de liberar a quienes secuestraron y esclavizaron a Marita Verón.
NO varió mi postura frente a otro tema en el cual mi actitud parece preocuparle a algunos compañeros pejotistas de Río Cuarto. Desde el comienzo de la democracia, desde mi rol de alumno, primero, y docente y profesional después, luché durante décadas por una nueva Ley de Radiodifusión. En ese marco, cuestioné (también es público) decisiones tomadas por los sucesivos gobiernos democráticos que sólo sirvieron para profundizar las diferencias. Es más: en mayo de 2005 (aunque usted no lo recuerde, el presidente era Néstor Kirchner) firmé una solicitada en contra de un decreto del PEN a través del cual se prorrogaba por 10 años la vigencia de todas las licencias de televisión. Coherente con mis ideas, expresadas en aquellos 21 Puntos por una Radiodifusión Democrática de 2004, en los últimos años he publicado libros y brindado conferencias en todo el país (Comodoro Rivadavia, Mendoza, Paraná, Tucumán, La Plata, Córdoba, etc., etc.) explicando y defendiendo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, lo que llevó al Consejo Interuniversitario Nacional a designarme como uno de sus representantes en el primer Consejo Federal de la historia (período 2009-2011). Tal vez lo sorprenda, pero incluso elaboré un proyecto para que el actual gobierno de la provincia de Córdoba pudiera contar con medios propios desde los cuales difundir su pensamiento. No hace falta, creo, explicar por qué nadie me llevó el apunte.
Ambos temas (la vigencia plena de los derechos humanos y la Ley de Medios) no fueron objeto de la campaña electoral en Río Cuarto, por obvias razones jurisdiccionales y de oportunidad. Es decir, nunca se nos pidió a los candidatos de Unión por Córdoba-Frente para la Victoria un compromiso que modificara en lo más mínimo nuestras convicciones sobre esos temas. Diferente fue la actitud de quienes condujeron el proceso electoral a partir de conocerse los resultados de la interna. En ese marco, fue harto evidente que quienes proveníamos del mal llamado “kirchnerismo” debimos ceder muchísimos espacios para privilegiar la “unidad del peronismo”. Sólo Daniela Miranda no fue desplazada del lugar que ocupaba en la lista de candidatos a concejales. No pudieron con su representatividad: el circuito Alberdi, que la había elegido, le había entregado a nuestro gobernador el mayor triunfo en la provincia en las elecciones de agosto.
En cambio, desde José Barotti hasta el suscripto, por no hablar de Leticia Pérez Da Janoveira ni de otros representantes de la JK o del Peronismo de la Victoria, vimos como nuestros nombres bajaban o salían de la lista “en aras de la unidad” sin que pudiéramos ni siquiera opinar al respecto.
Por lo expuesto, estimado presidente, no puedo menos que lamentar su actitud y la de otros compañeros que, en vez de analizar quien o quienes y por qué habíamos acompañado una nota de la Comisión Municipal de la Memoria o reclamado por la habilitación de la TDA en Río Cuarto, prefirieron estigmatizarnos pública o privadamente.
Compañero Abraham: en mi caso, dicha Comisión me invitó el último jueves de enero a dialogar con los vecinos que fueron víctimas de un operativo policial en la noche del martes anterior. Habían invitado del peronismo a la concejala Miranda (integrante de la Comisión), al compañero Barotti (presidente del circuito) y a la concejala Paulizzi (presidenta de la Comisión de Derechos Humanos), pero ninguno de ellos se encontraba en Río Cuarto.
Al tomar contacto con los vecinos (todos ellos nos habían abierto las puertas de sus casas en plena campaña municipal), reconocí que (al menos) había elementos suficientes para efectuar el correspondiente reclamo administrativo y judicial. Pero en los días subsiguientes, autoridades de la Unidad Departamental no sólo defendieron el accionar policial en esa oportunidad sino que reiteraron públicamente que “ningún operativo de saturación podía terminar sin detenidos” (ver diario Puntal, del domingo 3 de febrero). Usted es abogado, doctor Abraham, y sabe perfectamente que no se puede detener arbitrariamente a ningún ciudadano sin afrontar las consecuencias. Eso es lo que se le pidió al señor Gobernador. Simplemente, que tome medidas frente a lo que, a priori, constituye un aparente y peligroso cambio de rumbo en la política de seguridad provincial.
Es más, en la aludida conferencia de prensa reconocí que la policía cordobesa había dado varios pasos positivos en defensa del orden democrático. Lejos estuvimos durante las gestiones de Unión por Córdoba de tener al frente de la policía provincial a un reconocido genocida (hoy condenado a prisión perpetua) como el nombrado por el ex ministro Ahuad.
También debo señalar que, con el fin de quitarle cualquier connotación política a la presentación, con el concejal Barotti y otros ediles nos reunimos el día jueves 7 de febrero con integrantes de la Comisión de la Memoria para pedirle que presentara formalmente la denuncia judicial contra el accionar policial y posibilitar así el ejercicio de la debida defensa por parte de la policía. Lo hizo el día viernes 8.
Por último, contra lo que usted señaló, tal vez por desinformación, concejales delasotistas (como Dova) y la propia Unidad Departamental reconocieron que el caso debía ser estudiado para aplicar, si correspondiere, las sanciones correspondientes. No escuché de su parte ni de miembros del Centro Cívico que esas posiciones (idénticas a las nuestras) presupongan un agravio al Gobernador.
Lamentablemente, hoy cierro esta carta (que, por prudencia, no envié antes) viendo cómo el mandato público que Ud. dio ante los micrófonos de Radio Río Cuarto se ha transformado en realidad. La interpretación periodística (respetable, pero no exenta de subjetividad, cuando no de interés político) de nuestras palabras se ha tomado como una “falta de respeto a la institución gubernamental provincial”. Un absurdo que solo demuestra que desde hace ya tiempo se busca afanosamente no la verdad, sino cualquier excusa para cumplir con el mandato de dividir y debilitar al principal bloque de oposición frente al gobierno municipal. Usted, seguramente, sabrá qué lo motivó a provocar este desenlace.
Compañero Abraham, lamento que sus apreciaciones tomen como fuente los comentarios propios de los bufones del Rey. Utilicemos la Sabiduría para separar la paja del trigo. Defender los derechos de los ciudadanos, en especial de los más humildes, no nos puede convertir en traidores del Justicialismo. Al contrario, creo que el peronismo jamás debe abandonar su compromiso por los sectores más desposeídos. Hacerlo sería trastocar sus principales valores. En cambio, discutir con respeto y cara a cara las diferentes maneras de ver la realidad es la única garantía de que las elecciones Ejecutivas del 2015 y 2016 nos encuentren unidos y organizados para seguir construyendo una patria más justa, libre y soberana, de la cual Córdoba y Río Cuarto formen parte.
Con un afectuoso abrazo, peronista, nacional y popular
OSVALDO DA COSTA
CONCEJAL UPC - Frente Para la Victoria
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