Unidos, Organizados y... Que Hacemos?

Participé en tres actos públicos de “Unidos y Organizados” en los últimos días. El viernes 22 en la apertura de la casa de la agrupación en Río Tercero, con el Ñato Fresneda, Carlos Vicente y Armando Chiappe, entre otros. Se trata de un local de módicas medidas presidido por un cartel que contiene, en una punta, las figuras de Perón y Eva. En la otra, las de Néstor y Cristina. Martín comentó con acierto que esas imágenes son la síntesis del derrotero de la nueva militancia.

El sábado, compartí con los pibes de “la Cámpora” el cierre de su plenario provincial. Al margen de reclamar que al lema de “Unidos y Organizados” se sumen los términos “solidarios y generosos”, escuché cantar una y otra vez la Marcha Peronista. Obvio, tras el último “trabajadoooooooor” de Hugo del Carril, los pibes la emprenden con eso de “Resistimos en los 90, volvimos en el 2003. Junto a Néstor y Cristina, la gloriosa JP”. 

Lo propio sucedió el lunes en la celebración (la palabra es precisa) del cumpleaños de Néstor Kirchner. Obviamente, el festejo estuvo a cargo de la “25 de febrero”. Un par de videos de Kirchner, una parte de la película que documenta su vida, y, de nuevo, la marchita. 

La Constitución Nacional, la provincial y, por ende, la Carta Orgánica municipal establecen que cualquier candidatura a un cargo electivo debe ser canalizada por un partido político. Esta condición impone un primer desafío a las organizaciones kirchneristas. Aunque la procedencia (e, incluso, la pertenencia formal) es variopinta, a todos los une, al menos, el ideario básico del Peronismo Histórico (resumido en las tres banderas eternas) y la actualización contemporánea que del mismo se ha realizado en la última década. Para quienes procedemos y permanecemos en el PJ (al cual concebimos, como Perón, como la herramienta electoral del movimiento) no hay otro desafío más que el de ir acumulando poder interno, como ya lo hicimos en esta ciudad.

Para la gran mayoría de los más pibes aún hay una decisión pendiente: generar, unidos y organizados, una nueva estructura política capaz de disputar territorios concretos (hasta el presente, una experiencia inédita en la mayor parte del país, particularmente en los grandes centros urbanos) o articular con los pejotistas del Movimiento Nacional y Popular el camino que separe la paja del trigo y reconvierta al PJ en un instrumento del cambio. De esto sí, hay experiencias nacionales, provinciales y locales. Aunque, frente a la marea joven que representa el cambio, difícil es que el “vamos por todo” contenga una opción final como ésta. En Córdoba, queda apenas una elección más. Luego, ya no podremos equivocarnos.


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