Mientras mi pedido de un informe sobre el
estado de los edificios municipales duerme el sueño de los justos en un cajón
del oficialismo en el Concejo Deliberante, la caída del revoque del techo en un
dispensario es un botón de muestra de la falta de inversión no ya en obras
públicas, sino también en mantenimiento.
Además, mientras todos nos distraemos discutiendo
acerca de cómo se pagarán las futuras “casas de Jure”, el municipio sigue
colocando Letras del Tesoro, sorteando, cada vez más, cualquier control y
mirando para otro lado cuando se le pregunta quién gana semejante renta
financiera (quienes invirtieron 10 millones de pesos en esas Letras, recibirán
11 millones en cinco meses). La tarea de control de eficacia y economía (no la
de legalidad, que está a cargo del Tribunal de Cuentas) debería ser llevada a
cabo por el Auditor Municipal, figura legal que ha sido establecida por la
Carta Orgánica y sistemáticamente ignorada por todos los gobiernos. Sobre el
tema de las Letras, recomiendo ver las últimas publicaciones de El Megáfono (está
en la web).
No está mal (lo reitero) que el municipio intente
reactivar la construcción de viviendas en la ciudad. Todos sabemos que es una
actividad que, además de dar respuesta a un derecho primario de cualquier
persona, promueve otras ramas de la economía. Pero en el “mientras tanto” se
vuelven a postergar obras que son imprescindibles en el corto plazo: hemos
pedido estudios de factibilidad para llevar agua potable a sectores como
Trulala y una franja del Quintitas Golf: este último ni siquiera se ha tratado
a pesar de que tanto desde la EMOS como desde la Secretaría de Obras Públicas
dicen estar de acuerdo.
Una pequeña reflexión sobre el tema del FOP y las viviendas: el Ejecutivo quiere poner que (cómo mínimo) se destine el 50% del mismo al plan de viviendas. Se establece que el máximo es el 80%. En principio, parecía que nuestro objetivo debía ser que el porcentaje fuera el menor posible, es decir, el 50%. Pero ese porcentaje le ata las manos a cualquier intendente por los próximos 15 años. Y si bien compartimos que el municipio debe comprometerse a llevar adelante planes de viviendas, convengamos en que si la Nación y la provincia vuelven a construir en Rio Cuarto (lo que sólo resulta imposible cuando se privilegia la confrontación por sobre el acuerdo), la ciudad no tendría necesidad de destinar tanto dinero a planes que sólo son sustentables cuando se impulsan en un número que excede las posibilidades municipales.
En otras palabras, algunos creemos que poner un
“piso” al porcentaje que se destine a las viviendas, apunta a atar de pies y
manos a cualquier intendente como mínimo hasta el 2028. Y, como ya hemos visto
con el fideicomiso, los beneficios de esos compromisos son nada al lado de los
perjuicios que causan a quienes más necesitan del accionar municipal, incluso
en el campo de las obras públicas.
Este miércoles sesionamos desde las 9.30 en el
Dichiara. Y el 13 de noviembre es la audiencia pública por el tema del nombre
de la Plaza Roca. Ojalá la participación sea numéricamente tan importante como
la que se registró cuando se discutió el voto a los 16 años. Pero no tan
limitada a estructuras institucionalizadas. Esta es nuestra tarea; es una lástima
que, por citar un ejemplo, las escuelas públicas, algunas de las cuales llevan
el nombre de oscuros personajes de aquel pasado, no participen.
Hasta ahora, igual, no he advertido mucha oposición al proyecto. A lo sumo, hay diferencias en cómo llamarla después.
Publicado originalmente el 27 de Octubre de 2012
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