A propósito del Plan de Viviendas, IVECOR y el aparato propagandístico del municipio

No voy a contraponerme con ningún amigo (o no tan amigo) periodista, pero quiero aclarar algunas cuestiones sobre el tema del posicionamiento del bloque UPC-FPV en general, y mía en particular, respecto de lo sucedido con el tema IVECOR.

Se dice que “somos contradictorios” porque apoyamos en general el plan de viviendas, efectuamos algunas críticas a la instrumentación de las casas para “clase media” y no votamos el denominado “viviendas sociales”. Pues bien, no hay contradicción alguna: el plan responde a una promesa electoral votada por los riocuartenses. Fue presentado como una política de Estado, se nos dio la oportunidad de dar a conocer nuestro parecer e, incluso, se efectuaron algunos cambios significativos.

Con respecto al plan “clase media”, hubo cuestiones en las que monolíticamente el oficialismo no aceptó nuestras propuestas. Por ejemplo, establecer mecanismos para permitir la participación de empresas locales o para la conformación de las UTE. Tampoco se aceptó nuestro reclamo de que bajo ningún punto de vista se destinara “un mínimo” del 50 % de todo lo recaudado en concepto de FOP (entre otras contribuciones especiales que percibe el municipio, muchas de ellas sin prestar el más mínimo servicio). Esencialmente dijimos “no”, pues las casas NO PUEDEN CONSIDERARSE OBRAS PÚBLICAS (si lo son las redes de agua, cloacas y energía eléctrica que se trazan para llevarles los servicios esenciales). Como así también hubo otras cuestiones en las que sí se nos escuchó (por ejemplo, en la forma de regular las cuotas o de actualizar el valor de las viviendas o en proteger al Municipio frente a la eventualidad de la falta de pago por parte de algún beneficiario que estuviera en condiciones de abonar la cuota), apoyamos el plan y votamos en contra de aquellos puntos que no estábamos de acuerdo.

En el caso de las llamadas “viviendas sociales”, rechazamos la forma propuesta por el oficialismo para llevarlas adelante por el simple hecho de que es un ABSOLUTO ENGAÑO PUBLICITARIO. El despacho final no habla de “viviendas” sino de “soluciones habitacionales”, por lo que pretendía contar como el crédito para una casa el apoyo a la construcción de una pieza o de un baño en un terreno ya ocupado por la misma familia. Es decir, es un sistema adecuado para que el funcionario más eficaz de todo el Ejecutivo municipal (el responsable de Prensa y Propaganda) pueda lucirse diciendo que “1000 familias tienen casa nueva” cuando en realidad (y a lo sumo) sólo les habrán concedido un microcrédito para una mínima ampliación.

Ya en el barrio del SIVENDIA (20 casas “sociales”) se pudo ver cómo el aparato propagandístico sigue siendo más eficaz que Cristo: convirtió esas casas en “parte del plan de viviendas sociales” cuando en realidad solo algunas de ellas estaban enmarcadas en el mismo. Hay que recordar que el área es la misma que “pavimentó” por sí sola 150 cuadras más (al menos en los afiches) de las que todo el Ejecutivo pudo asfaltar durante el período anterior. Y es la misma que hoy, desde los medios, nos dice que SuperMéndez ha dejado la ciudad como si se tratara de un billar. El “contador automático de viviendas entregadas” que publico en Twitter todos los días apunta contra esa picardía. Si no perdemos la cuenta, no habrá ningún pícaro que en el 2016 nos venga a decir que se entregaron cinco mil viviendas municipales.

El segundo punto que se nos cuestiona tiene que ver con IVECOR. En realidad, la participación del presidente de nuestro bloque en la comisión evaluadora de las ofertas presentadas no era vinculante. Pero, aun cuando lo hubiera sido, la cuestión no era de fácil resolución. IVECOR presentó una propuesta económica INFERIOR a lo presupuestado por el Municipio. Las otras dos empresas que participaron estuvieron por arriba de lo previsto. Pero, además, no contestaron a las precisiones que se les solicitó desde la comisión para que su pliego pudiera seguir siendo considerado. IVECOR sí lo hizo. Está claro que la comisión evaluadora no tenía los elementos para evaluar otra cosa que no fuera lo que tenía en sus manos. Y esa propuesta se ajustaba a lo solicitado. Decirle no a IVECOR (al menos en este nivel) hubiera generado, como mínimo, una demanda en contra de la comisión y (solidariamente) del municipio.

Ahora bien, desde Unidad Popular se objetó a la empresa y se presentaron algunos datos sobre ella y sus propietarios que resultaron escalofriantes. Eso sucedió en la semana en la que la comisión ya había terminado su labor y la que el Ejecutivo finalmente otorgó la obra. Por mi parte, traté de averiguar qué había de cierto sobre la firma y todo lo que obtuve lo hice público (a través de las redes sociales, ya que ningún medio lo dio a conocer). Todo está aún, al menos, en mi página personal y en mi Facebook.

Lo demás es historia más bien conocida y pública. El DEM aceptó un cambio sustancial en la forma de construcción de las viviendas (lo que dejó a pie a muchos laburantes de Río Cuarto e incluso a los areneros rastroneros locales). Antes de entregar las primeras casas, IVECOR inició la fructífera tarea de emitir cheques sin fondos. También se comenzó a hablar de una venta encubierta a un inversionista local. Desde la Secretaría de Pedruzzi se minimizó una y otra vez cada denuncia. Incluso, organizó un viaje de “reconocimiento” a Monte Maíz para “conocer la fábrica”. Menos mal que esa población no queda tan lejos y que efectivamente la planta estaba allí. De lo contrario, hubiéramos repetido (con las mismas y gravosas consecuencias) lo sucedido con INVIRON, la empresa fantasma “norteamericana” que, de no ser por un viaje a Estados Unidos del entonces intendente de Córdoba, se pudo haber quedado con el servicio de recolección de residuos de la ciudad.

También se hizo oídos sordos a todas las alertas y se ignoró una y otra vez los pedidos de informes que solicitamos, la mayoría de ellos basados en datos concretos. Por ejemplo, se ignoraron todos los reclamos sobre las enormes fallas registradas en la terminación de las casas.

IVECOR, claramente, aprovechó esa debilidad municipal. Y hoy habla de la posibilidad de redireccionar el contrato. En otras palabras, hace de su debilidad, una fortaleza. Quiere imponer condiciones frente a la urgencia del Ejecutivo. En ese sentido, queremos que quede clara nuestra posición (la manifesté en “Así son las cosas” y no faltó el cumpa que me puteara por “hacerle el juego a los radicales”): sólo aceptaremos que se transfiera o socialice el contrato si se garantizan las mismas condiciones de precio, plazo y calidad que tenía (y tiene) IVECOR. De lo contrario, hay que llamar a una nueva licitación. Y allí FACILITAR LA PRESENCIA DE EMPRESAS LOCALES. Lo que en la víspera planteó el presidente de la Cámara (que fueron expresamente excluidos por tener diferencias en torno al Código de Edificación) de ser cierto, implicaría un acto caprichoso y rayando en lo delictual.

Ahora bien, si la “tranquilidad” que se quiere transmitir implica ser cómplices de una defraudación pública, no nos pidan que la acompañemos. No es momento para decir que los adjudicatarios pueden “confiar”. No es mala onda. Es la realidad más concreta. Ignorarla o plantear que “la culpa” es de la oposición que exagera las cosas o de los obreros de la construcción que ponen mal los cerámicos es cínico. Y, la verdad, es también intolerable, aun cuando se trate de una ”política de Estado” que hay que defender, no sólo porque sea una promesa electoral y un mandato expreso de la Carta Orgánica. También, por la confianza de la gente en la política y en el Estado, nos haya votado o no.


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