A propósito del nombre de las calles próximas el Autódromo Ciudad de Rio Cuarto (de fierros y pilotos riocuartenses...)

Cuatro calles próximas al Autódromo Ciudad de Rio Cuarto llevarán el nombre de otros tantos ídolos del automovilismo local y regional.

Se trata de las futuras calles Domingo Di Santo, Ricardo Risatti, Remigio Caldara y Antonio Ovides, todos ellos figuras del deporte de los fierros a nivel nacional e internacional en las primeras dos terceras partes del siglo pasado. El proyecto surgió de una iniciativa de vecinos del sector, quienes propusieron denominar dichas aceras con los nombres de ex campeones argentinos nacidos en otras ciudades del país. Pero la comisión de Planificación y Desarrollo Sustentable del Concejo Deliberante, a propuesta del edil Osvaldo Da Costa, consideró conveniente honrar la memoria de los pilotos riocuartenses más destacados.


Con la colaboración de Omar Isaguirre, historiador y titular del Archivo Histórico Municipal, se analizaron distintas propuestas y finalmente se optó por los nombres citados. La calle Remigio Caldara será el nombre que llevara el pasaje público que corre de manera paralela al sur del Autódromo local. El otro pasaje público ubicado al norte del escenario deportivo se denominará Ricardo Risatti. Antonio Ovides, primer campeón nacional del deporte riocuartense, quien ya tiene una calle con su nombre en la ciudad de Córdoba, será la designación que recaerá sobre la arteria ubicada en la parte oeste del Autódromo, que corre paralela a Juan Manuel Fangio y desemboca en el pasaje público que de ahora en más llevara el nombre de Domingo Di Santo. Esta acera se extiende desde la denominada popularmente “Curva del Autódromo” que se forma sobre Fangio (a la altura de la Ciudad de los Niños) y se extiende hasta la ruta a Holmberg.

BIOGRAFÍAS

ANTONIO OVIDES: EL PRIMER CAMPEÓN ARGENTINO DEL DEPORTE RIOCUARTENSE

Precursor indiscutido del automovilismo deportivo riocuartense al participar de los primeros raides y carreras de autos en la región. La consagración llegó para Antonio Ovides (1881-1970) en la temporada de 1922. Ese gran año, al obtener las carreras más importantes, ostentó para sí la condición de “campeón argentino”, por lo que tuvo el privilegio de entregarle a Río Cuarto, terruño de adopción, su primer título nacional en el deporte. Han pasado noventa años, ni más ni menos.

Vencedor del Gran Premio Nacional

Entre el 26 y 27 de febrero de 1922 aconteció su memorable triunfo en el Gran Premio Nacional, al vencer Antonio Ovides con Studebaker (9) en la carrera Morón-Rosario-Morón, empleando 10h23´51” a un promedio de 67,320 km/h. El tramo Rosario-Morón lo cubrió en 4h57´42” haciendo un promedio de 72,324km/h. En segundo lugar se ubicó Luis Rol (Buick) 10h38´20”, tercero quedó Pedro Malgor (Hudson) 10h12´. La competencia organizada por Automóvil Club Argentino tuvo un desarrollo normal, según contó el propio Ovides al cronista del diario “La Nación”. No obstante, la principal lucha de los corredores fue contra los malos caminos. El acompañante del triunfador en esta competencia fue el joven Carlos Noni, otro corredor de Studebaker.

Con esta gran victoria de Ovides, la marca Studebaker inició una serie triunfal de cuatro temporadas consecutivas (1922-1925) al frente del GPN y otras tantas en el segundo lugar. Fueron años gloriosos para esa insignia. Una de las personas que disfrutó la victoria del riocuartense fue el propio presidente del ACA, don Agustín Motto, quien previo a la carrera había considerado a Ovides como “su pollo”, ante las pullas y denuestos de algunos que criticaron la estética del auto que resultaría triunfador contra toda cátedra.

Ingratamente sorprendió a los aficionados de Río Cuarto, el hecho que la siempre esperada revista “El Gráfico” no publicara una línea del suceso deportivo de la semana. Incomprensible e inmerecido gesto de indiferencia hacia la carrera y, por cierto, a su hidalgo vencedor. Por el contrario, la popular revista “Caras y Caretas” publicó dos fotografías con la imagen de los vencedores y comentó: “Llevóse a cabo la clásica carrera de autos entre Buenos Aires-Rosario-Buenos Aires, que tanto entusiasmo había logrado despertar entre los numerosos aficionados con que aquí cuenta tan simpático deporte. Carrera llena de incidencias, los numerosos corredores, a pesar de tener que luchar contra los malos caminos...”

Sin saberlo en esos momentos, el piloto español radicado en Río Cuarto escribía una página de la historia del automovilismo argentino.

También ganador en Rafaela

Si la sensacional victoria en el GPN lo ubicó en la historia, la notable victoria en el circuito de Rafaela le dio al corredor cordobés un definitivo prestigio. El 25 de mayo de 1922, se libró en Rafaela-Santa Fe una nueva competencia de Fuerza Libre. La máquina Studebaker de Antonio Ovides volvió a lucir al obtener la carrera luego de emplear 4h06´30” para recorrer los 398 km del trazado, fijando un promedio de 95,416 km/h. Se ubicó segundo Domingo “Mingo” Bucci (Case) con 4h47´10”.

Otra gran victoria en Córdoba

Los anales remontan a Sportivo Atenas, club vinculado al automovilismo entonces, cuando entre el 29 y 30 de julio de 1922 con motivo de la carrera Córdoba-Río Cuarto-Villa María-Córdoba, organizada por la Asociación Sportiva Audax Córdoba, ésta confió a los atenienses el “control Río Cuarto” de la primera etapa. El espectáculo generó un gran revuelo y la zona de la neutralización en Banda Norte -a dos cuadras del puente- se llenó de público. Arribó primero Antonio Ovides marcando 3h07’07’’ con Studebaker (10), 2º Víctor Arias (Hudson) en 3h21’03’’, 3º M. Masti (Studebaker) en 3h35´10”. La carrera continuó a primera hora del día siguiente, con la segunda etapa hacia Villa María para regresar a Córdoba, ratificando Ovides su liderazgo a lo largo de los 400 kilómetros en 7h33´33” a un promedio de 52,915 km/h; 2º arribó Víctor Arias (Hudson) a 12´, 3º Mario Cingolani (Essex) a 14´.

Banquete a lo campeón

Esta sensacional victoria en territorio cordobés provocó el entusiasmo generalizado de los sportsman riocuartenses. Por ese motivo sus amigos, socios y admiradores del club Atenas le ofrecieron un banquete en homenaje al “campeón sudamericano”. El festejo tuvo lugar el 11 de agosto de 1922 en el comedor del Hotel Victoria, colmado por casi un centenar de adherentes. Uno de los organizadores de la demostración, el doctor Juan Filloy en representación de Atenas, don Luciano Subirachs director del diario “El Pueblo” y el ingeniero Manuel A. Pizarro tuvieron a su cargo los discursos a los postres y al momento de la entrega de un artístico pergamino firmado por todos los concurrentes.

1922. El gran año de Ovides

Fecha Lugar Puesto Auto Categoría 27/02/1922 Morón-Rosario-Morón* 1º Studebaker Fuerza Libre *Gran Premio Nacional 25/05/1922 Rafaela-Santa Fe 1º Studebaker Fuerza Libre 04/06/1922 Villa María-Córdoba 1º Studebaker Fuerza Libre 18/06/1922 Castells-Santa Fe 1º Studebaker Fuerza Libre 29/07/1922 Córdoba-Río Cuarto* 1º Studebaker Fuerza Libre 30/07/1922 Villa María-Córdoba* 1º Studebaker Fuerza Libre *Se corrió en dos etapas entre Córdoba-Río Cuarto-Villa María-Córdoba



DOMINGO DI SANTO

Otro grande para el automovilismo riocuartense fue Domingo Carmelo Di Santo, el “Mingo” Di Santo para sus amigos y simpatizantes. De la talla de Ovides, Caldara, Parodi, fue buen corredor, pero, antes era buen mecánico, un auténtico amante y conocedor de los autos. De esos conocedores de cada pieza, cada ruido, cada suspiro del auto.

Di Santo nació en Río Cuarto el 15 de julio de 1918 en el hogar de Genoveva Vitulo y Donato Di Santo. Muy joven, por 1944, se dedicó a las carreras de autos corriendo siempre en pista, prestigiando desde entonces en cada competencia, lo que llamaba entonces Mecánica Nacional. En esta categoría comenzó a competir en 1962 dentro del calendario argentino, con un debut victorioso en Marcos Juárez el 19 de agosto. Ganó muchas carreras en su trayectoria de veintitrés años al volante de autos de competición.

Aquellas 500 Millas…

Siempre hay en la vida de los deportistas un hecho, un día, un triunfo que marca para siempre la vida de alguien. “Mingo Di santo, en el cenit de su historial, se consagró en 1964 vencedor de las legendarias 500 Millas de Rafaela. Nada lo hacía presagiar aquél domingo 9 de setiembre de aquel año. La prueba organizada por el Club Atlético de Rafaela en el óvalo todavía con piso de tierra, sobre una longitud del circuito de 4662,60 metros. Había llovido hasta la madrugada y la pista no estuvo de los mejor, incluso se demoró algo la prueba. Domingo Di Santo corrió con Chevrolet y fue el vencedor, escoltado por Héctor Sanmartino y Carlos W. Loeffel con la misma marca.

Se recuerda que en esa carrera debutó en las 500 Millas Carlos Alberto Pairetti con el auto de Héctor Niemitz, con motor delantero y preparado por Rubén Aeid. Abandonó cuando estaba en punta y restaban 42 vueltas para terminar. “Cumplidas 100 vueltas: Pairetti punteaba a solamente 159,3 km/h de promedio; Di Santo y Sanmartino le seguían a dos vueltas (…). Solamente un hecho imprevisto podía devolverle emoción a la carrera, y todavía quedaban más de 100 millas… Ese hecho se produjo sólo en parte. Por fallas mecánicas Pairetti se detuvo en la vuelta 130 y no regresó a la pista (…)”. (Revista El Gráfico 1964)

Así fue la historia de la carrera, que lo tiene a “Mingo” doblemente en la historia de Rafaela, primero como ganador, y después porque fue la última carrera en esa pista. Para ganar totalizó un tiempo de 5h14´30” 9/10 para promediar 153.559 km/h que, por las razones del flojo suelo, no fue un tiempo para memorar. El vencedor se alzó con $ 600.000. En esa carrera en “Gringo” Héctor Esparza se ubicó séptimo, también con Chevrolet, con 5h.15´37”5/10.

Rumbo al campeonato

Con tres victorias, cuando todos creían que la corona le correspondía en 1966, la Comisión Deportiva Automovilística tenía un puntaje diferente. Este hecho que determinó que fuera subcampeón argentino, a cuatro puntos de Vicente Cipollatti (Chevrolet), campeón de la temporada, al cumplirse la última carrera el 27 de noviembre de 1966 en Bahía Blanca. La última carrera la corrió en 1969.

“Mingo” Di Santo se casó Ester Victoria Pedra y fueron padres de Susana María y Andrés “Quique” Di Santo quien lo acompañó en la pasión por los “fierros” como mecánico y, asimismo, también como corredor. El 11 de enero de 1991 en Río Cuarto, a los 73 años, murió Domingo Carmelo Di Santo -o simplemente el “Mingo” Di Santo- dejando su figura una estela de humo en la pista de los recuerdos.

Algunos Triunfos de Di Santo

19/08/1962 – Marcos Juárez-Córdoba
14/04/1963 – Paraná-Entre Ríos
06/09/1964 – Rafaela-Santa Fe
10/07/1966 – San Antonio-Santa Fe
16/10/1966 – Buenos Aires
30/10/1966 – Río Cuarto-Córdoba
16/04/1967 – Villa Bordeau-Bahía Blanca
04/06/1967 – Sunchales-Santa Fe



REMIGIO CALDARA

Campeón argentino de Fórmula 1 Mecánica Nacional Fuerza Limitada en 1953 con un Chevrolet hecho en Río Cuarto. El "Polaco" también fue campeón argentino en 1962 en Turismo Mejorado categoría Standard con un genial Isard 700. Nació en Alcira Gigena el 1 de octubre de 1921 y murió en Río Cuarto el 17 de julio de 1987.

El coche “Ciudad de Río Cuarto” (así se denominaba el vehículo con el cual se consagró en sus primeras carreras), nació de la pasión de Caldara que a los 13 años se entusiasmó con los automóviles de carrera. Después, logró adquirir a un señor Gallo un Ford T en cinco pesos, prácticamente un chasis con cajón que le permitió ganar las dos primeras carreras y asombrar a los entendidos. A las cubiertas se las regaló Riveros Morcillo y un grupo de artesanos con Cobo a la cabeza le ayudaron a construir el motor en chapa de hierro dulce.

Caldara afirmó: "Se habían hecho apuestas en Río Cuarto acerca de si aquello arrancaría cuando todo estuviera terminado. No sólo arrancó sino que ganamos el campeonato argentino. Conseguí promedios espectaculares y el auto pasaba los 200 km/h. Era todo auténticamente nacional y sólo utilizamos algunas piezas que no podíamos fabricar aquí para completar el trabajo."

Cuando apareció en los circuitos de tierra de la década del ´50, este coche de aspecto desgarbado y hasta medio tosco causó admiración, pues corría a la par de los mejores monopostos de la época y, a su vez, ganaba. Al tal punto que logró la corona de 1953 en Fuerza Limitada, lo cual le produjo una enorme satisfacción, pues el Ciudad de Río Cuarto nació de su ingenio y de un grupo de artesanos que construyeron con sus propias manos un motor para ese campeonato en su propio taller.

Incluso hubo algunas protestas por cuestiones supuestamente antirreglamentarias que luego la Comisión Técnica del A.C.A. (Automóvil Club Argentino) comprobó que eran infundadas. La obra mecánica de Remigio Caldara y Jerónimo Cobo causaron tal asombró a los miembros de la Comisión Técnica del A.C.A., que desarmaron íntegramente la unidad para verificar si estaba en reglamento. Uno de sus miembros, el señor Miguel Barra, dijo que lo que podía constatarse "era una verdadera maravilla que sólo un gran amor por la mecánica y el deporte podía haber inducido a esos preparadores a realizar ese extraordinario esfuerzo".

Con el tiempo, Caldara corrió en la categoría turismo donde también fue campeón a bordo de un Isard 700 en 1962, mostrando sus condiciones conductivas hasta dejar la actividad definitivamente.

Remigio Caldara falleció en 1987 y aquella obra maestra (el “Ciudad de Rio Cuarto”) está arrumbada en algún taller mecánico de la ciudad de La Carlota, de acuerdo con lo que contó su hija hace un tiempo.



RICARDO RISATTI 

Ricardo Leopoldo Risatti, conocido también como Ricardo Risatti I (1 de abril de 1908, Vicuña Mackenna- †. 25 de agosto de 1951, Tipiro, Provincia de Santiago del Estero), fue un piloto argentino de automovilismo de velocidad. Inició su carrera en el año 1936 al anotarse en el "Gran Premio Internacional" a bordo de una coupé Ford V8, con la que también participaría en el Gran Premio organizado por el Automóvil Club Argentino en los años 1937 y 1938, proclamándose Campeón Argentino de Velocidad en el año 1938, un título equivalente al actual Turismo Carretera.

Su vida estuvo signada por tragedias familiares, las cuales fueron los motivantes de su inclinación por las competencias de velocidad. Al momento de su nacimiento, su madre había muerto luego de dar a luz. Idéntica situación le tocó vivir en su adultez cuando falleciera su esposa y madre de sus dos hijos, luego de dar a luz a su segundo hijo.

Finalmente, su vida se apagó de manera trágica el 25 de agosto de 1951, a la altura del pueblo de Tipiro, en cercanías de la ciudad de Termas de Río Hondo, mientras disputaba la Vuelta del Norte, por los caminos de la Provincia de Santiago del Estero. A pesar de ello, su apellido se mantendría siempre ligado al deporte motor, actividad que fuera profesada por su hijo Jesús Ricardo, sus nietos Ricardo II y Gerardo y su bisnieto Ricardo III, más conocido como "Caíto". A su vez, es recordado como uno de los pilotos más impetuosos a la hora de correr en la carretera, por su forma de acelerar y su fama de tomar los desniveles del terreno a velocidad plena, haciendo elevar a su coche en el aire.

Nacimiento y primeros Años

Corría el año 1908, cuando el 1 de abril de ese año el hogar de Victorio Risatti recibe con alegría y tristeza el nacimiento de su hijo Ricardo. Al momento de su nacimiento, su madre fallece víctima de una rara enfermedad. Ricardo, viviría junto a su padre en su Pueyrredón natal, un pueblo cercano a la localidad de Vicuña Mackenna en la Provincia de Córdoba. Allí, trabajaría junto a su padre en su negocio de reparación de sulkys y carros, hasta el fallecimiento de don Victorio, razón por la cual Ricardo tomaría las riendas del negocio.

En los años siguientes, Risatti se interesaría en la mecánica automotor observando los vehículos que circulaban por su pueblo, razón por la cual decidió mudarse definitivamente a Vicuña Mackenna, instalando su propio taller de autos. Allí también formaría su primera familia.

Sin embargo, como una marca del destino, nuevamente se repetiría una situación similar a la de su nacimiento con la llegada de su segundo hijo. Su esposa contraería una enfermedad extraña que la mantuvo postrada luego de dar a luz a su hijo. Por tal motivo, en 1936, Ricardo tomaría la decisión de competir en automovilismo, en pos de poder conseguir el dinero suficiente para poder salvar a su esposa. Ese año debutaría en el Gran Premio Internacional, para el cual adquiriría una unidad Ford V8, marca con la que correría toda su trayectoria deportiva.

“El Disparador”

Enseguida el nombre de Ricardo Leopoldo Risatti estaría en boca de todos a causa de su modo de conducir, sin escatimar acelerador. En su participación en esta competencia, la cual constaba de 10 etapas de casi un total de 7000 km, Risatti alcanzaría a ganar en la cuarta y quinta etapa, pero todo terminaría en la octava etapa por inconvenientes mecánicos en su Ford. Su fama de piloto arriesgado y veloz, lo hizo ganarse el apodo de "El Disparador" por su forma de "disparar" con el automóvil de los lugares más inhóspitos del país.

Tras la disputa de este GP, Risatti no se quedaría quieto y seguiría intentándolo dos años más. A todo esto, el cuadro clínico de su esposa empeora, por lo que planea llevarla a la localidad de Lourdes en Francia con el fin de hallar una cura.

En 1937 se anotaría en el primer Gran Premio organizado por el Automóvil Club Argentino, siempre con su Ford V8, sufriendo el abandono en la quinta etapa. En 1938, se anota nuevamente en el Campeonato Argentino de Velocidad, corriendo en el Gran Premio del Sur, llevándose la primera y segunda etapa pero abandonando la tercera. Estas situaciones, sumado al agravamiento de la salud de su esposa, fueron una mochila de peso para Risatti. Aún con esta dura carga, se anotaría en el Gran Premio Argentino, el cual definía el Campeonato Argentino de Velocidad. En esta prueba, Risatti obtendría finalmente su doble alegría más grande dentro de su carrera: Al triunfo en dicho GP se le sumaba la obtención del campeonato y la obtención del ansiado dinero para curar a su esposa. Sin embargo, el destino no querría que pueda cumplir con dicho propósito, ya que el cuadro clínico de su esposa se había agravado de tal manera que no era aconsejable realizar su viaje a Francia. El fallecimiento de su mujer, llegaría con el correr de los meses.

Tras esta tragedia, Risatti buscaría su consuelo dentro del deporte motor, tomando la decisión en 1940 de trasladar junto a sus hijos su cuartel general hacia la localidad de Laboulaye. Allí, volvería a casarse y recompondría nuevamente su familia. A partir de ese entonces, el apellido Risatti permanecería arraigado hasta la actualidad en dicha localidad. Su actividad continuaría repartiéndose entre el taller mecánico y las carreras de pista y carretera. Entre 1942 y 1946 continuó al frente de su taller, volviendo a calzarse el casco una vez terminada la misma. En 1948, retornaría a pista pero por primera vez a bordo de un Chevrolet Master, vehículo que conduciría y con el que participaría en los Grandes Premios Internacionales. En 1950, se inscribió en la Vuelta del Chaco de Turismo Carretera. Aquella carrera quedaría en el recuerdo, no solo por la victoria del "Disparador de Laboulaye", sino por una alternativa vivida en el cruce de un paso a nivel, donde Risatti tomaría aquel cruce a 150 km/h, elevándose casi 10 metros del suelo.

Finalmente, el 25 de agosto de 1951, mientras disputaba la Vuelta del Norte y efectuando una maniobra similar en el camino que unía Termas de Río Hondo con Santiago del Estero, Ricardo Risatti encontraría la muerte al tomar un badén a 170 km/h, a la altura del pueblo de El Deancito, provocando el vuelco de su unidad Ford V8. Como presagio del destino, antes de largar le había comentado a su amigo Jorge Descotte que esa sería su última competencia en el automovilismo.


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