De la Elección del Defensor del Pueblo...

La elección de quien ejercerá el quinto mandato al frente de la Defensoría del Pueblo reafirma lo que los convencionales del PJ dijimos hace 17 años: la forma de designación es absurda y fruto de circunstancias demasiado coyunturales como para perdurar tanto tiempo.

En la convención municipal, el bloque radical no creía en las bondades de incorporar la figura del Defensor del Pueblo. Pero la figura generaba y genera empatía con el ciudadano medio, por lo que cualquier argumento en contra de esa iniciativa del PJ era “impopular”. Entonces, los convencionales radicales optaron por el mal menor: acordaron la creación del Instituto pero condicionaron su elección a la voluntad del oficialismo (Rins, en ese momento). El acuerdo quedó patentizado en el propio recinto, la vieja estación de trenes: la Unión Vecinal aportó los votos necesarios para que el modo de elección quedara consagrado: cualquier partido de la oposición podía presentar candidatos.

El oficialismo elegía entre ellos el más “afín” a su modo de ver. Pocos meses después Mario Alesci asumía la Defensoría. Pero a Rins y los suyos algo les salió mal: la Unión Vecinal (un partido surgido con el único fin de aprovechar electoralmente el paso de Alberto Biglione por la intendencia durante la dictadura) percibió que su tiempo se agotaba y buscó en el PJ delasotista mejores opciones. En síntesis, Alesci se transformó en una piedra en el zapato de Rins y (ya reelecto) no generó mayores inconvenientes cuando el PJ condujo los destinos de la ciudad. Luego fue el tiempo de Juan Llamosas y del Lalo Mugnaini.

Este último, a pesar de su innegable relación con el PJ, fue electo gracias a que, primero, consiguió un sello para postularse (el de Cavallo) y, luego, contó con la aquiescencia de algunos concejales del PJ que lo legitimaron con su apoyo. La tercera condición (el acuerdo con el radicalismo) se deduce del desapasionado acompañamiento que encontró la oposición cada vez que recurrió a él por un tema en el que claramente debió intervenir. El ejemplo más notorio fue el caso GAMSUR aunque hasta el día de hoy, con el tema de las antenas de la TDA, el perfil que brinda es el mismo.

¿Cómo podría la oposición peronista recobrar el sentido que la Constitución local pretendió darle al Instituto? Aunque no es condición suficiente, si es imprescindible que sea capaz de impulsar un único nombre para ocupar el cargo. Tarea nada fácil en momentos en que el gobernador parece dispuesto a seguir allanándole el camino al intendente y cuando el presidente del PJ entiende que sólo 4 concejales lo representan. Es decir, como primer diagnóstico, empezamos mal. Sin embargo, fuera de la pelea entre la Nación y provincia, hay gente muy valiosa que puede ejercer el rol con eficiencia y ecuanimidad.

Demás está decir que sabemos muy bien que algunos apellidos ni siquiera pueden entrar en consideración. Las circunstancias los transforman en quiméricos, al menos desde la perspectiva que se propone en estas líneas. Pero hay otros que pueden concitar el apoyo de todos, aun cuando pertenezcan a uno u otro sector. De lo contrario, preparémonos para que el próximo titular de la Defensoría sea alguien al cual el oficialismo le pague algún favor pasado o futuro. Los nombres que suenan en los pasillos son impresentables, al menos para la mayoría de los ediles peronistas. En cambio, salvo Encuentro Ciudadano, nadie podría poner palos en la rueda si los ocho concejales apoyamos a una única persona. Queda claro que varios estamos dispuestos al diálogo, aun cuando reconozcamos los límites.

Veremos si todos están dispuestos a respetar los compromisos asumidos ante la gente…

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