Anécdota de un "Cholulo". Al Comandante Hugo Chavez

Casi siempre, evito el cholulismo. Casi siempre. Aquel mediodía de 2006 en Córdoba rompí con la premisa. Primero, quería verlos, luego acercarme a ellos, como si el sólo hecho de compartir un segundo en un mismo espacio me hiciera parte de sus historias. La "estrategia" era, realmente, torpe. Estaba acreditado como periodista en la cumbre del Mercosur en la cual iban a participar Chávez y Fidel (aunque de esta presencia se dudó hasta que aterrizó el avión en Pajas Blancas).

Pero imaginar una conferencia de prensa de cualquiera de ellos o de Bachellet, Tabaré, Lula o Evo era una utopía. Éramos muchos y la organización flaqueaba. Aquel mediodía alguien dijo algo así como: "Atención, fotógrafos. Pasen a registrar la foto oficial". Me acerqué al lugar de la convocatoria sólo para envidiar de cerca a los "autorizados". Pero cuando llegué hasta la guardia, casi sin pensarlo, mostré que portaba una cámara de fotos (era una Kodak berretísima, con rollo para 12 fotos. Una truchada absoluta). Pero la "contraseña" funcionó. Pasé al recinto, donde (estaba claro) iba a ser difícil ordenar algo. Los "colados" éramos demasiados y nos mezclábamos con ministros, secretarios, guardaespaldas y presidentes. Subí a un pequeño balcón sin percatarme que por allí se llegaba al recinto de reuniones.

En realidad, quería ver ese espectáculo casi grotesco. Allí estaban tratando de acomodarse delante de un banner los presidentes de media América. No lo lograron, Como yo estaba detrás del panel, recién pude detectar a Kirchner y Tabaré cuando los "fotógrafos" que habían ingresado conmigo tiraron involuntariamente parte del "decorado". La foto "de familia" ya era imposible.

De pronto, por una escalera situada a mi izquierda, veo subir raudamente a un tipo de traje. Venía sólo. Era Chávez. Cuando lo vi acercarse, me olvidé de la cámara trucha y del grabador periodístico. Sólo atiné a realizar un grotesco saludo militar y a decirle "Comandante...". Él se acercó, estrechó mi mano con fuerza y dijo: "Fuerza!!!!". Siguió entonces su camino hacia el salón de reuniones.

En fin, una anécdota insignificante, tonta, y, lo tuve claro desde ese mismo momento, indemostrable. Pero esa milésima de segundo en la cual intercambié dos palabras (exactamente, dos palabras) con Chávez me da vueltas hoy por el alma como si se tratara de un instante fundacional para mi vida. Y no hace más que generarme una agridulce nostalgia por aquel momento en que hasta me sentí feliz de sentirme un cholulo, es decir, un tipo que se siente un elegido por el solo hecho de haber estado un segundo cerca de alguien que escribió LA HISTORIA, así, con mayúsculas.

Ah, y eso que después Fidel subió por la escalera de la derecha. Pero como justo en ese momento se puso a discutir con Guillermo Geremías, no pude cantar "bingo!". Los cuatro guardaespaldas que lo rodeaban no estaban de humor para permitir otro diálogo cholulesco.


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