Acabo de regresar del recital de “La Chicana”. Para quien no
lo sepa, Dolores Solá, su voz líder, es hermana de Felipe, el “político”, quien pasó el último cuarto de
siglo decidiendo políticas públicas desde sus cargos de Diputado, Secretario de
Agricultura, Vicegobernador, Gobernador de Buenos Aires, etc., etc., siempre
enfundado en un traje de marca y peinado al mejor estilo de un señorito inglés.
Dolores es la contracara: artista, talentosa,
frontal, anticlerical, liberal de izquierda…. No es un dato menor decir que
dedicó su recital en Río Cuarto “a la memoria de Hugo Chávez”, que cantó tres
temas (al menos) que cuestionan el accionar policial (escucha José), que reivindicó
a los gitanos y a los morochos y que se burló de los shopping y las escuelas
religiosas instaladas donde antes una feria popular destrozaba el paisaje de La
Recoleta.
Demás está decir que ese combo, sumado a una voz muy particular y a un insuperable quinteto que hace mucho más que acompañarla, hacen de Dolores una artista imprescindible en el ámbito de la música ciudadana (en el sentido amplio del término) de la actualidad.
En fin, uno imagina que las reuniones familiares de las que (supone también) participan Felipe y Dolores no deben estar exentas del debate a lo “Pimpinela” modelo político vigente. “Revolución o Picnic” es el título del último CD de “La Chicana”. Uno cree saber qué elegiría cada uno de los dos hermanos. Porque la centralidad de la política en el debate público presupone también discusiones y controversias en el ámbito privado. Aunque a los gorilas y a los que imitan sus gruñidos les moleste.
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