Pero imaginar una conferencia de prensa de cualquiera de ellos o de Bachellet, Tabaré, Lula o Evo era una utopía. Éramos muchos y la organización flaqueaba. Aquel mediodía alguien dijo algo así como: "Atención, fotógrafos. Pasen a registrar la foto oficial". Me acerqué al lugar de la convocatoria sólo para envidiar de cerca a los "autorizados". Pero cuando llegué hasta la guardia, casi sin pensarlo, mostré que portaba una cámara de fotos (era una Kodak berretísima, con rollo para 12 fotos. Una truchada absoluta). Pero la "contraseña" funcionó. Pasé al recinto, donde (estaba claro) iba a ser difícil ordenar algo. Los "colados" éramos demasiados y nos mezclábamos con ministros, secretarios, guardaespaldas y presidentes. Subí a un pequeño balcón sin percatarme que por allí se llegaba al recinto de reuniones.
En realidad, quería
ver ese espectáculo casi grotesco. Allí estaban tratando de acomodarse delante
de un banner los presidentes de media América. No lo lograron, Como yo estaba
detrás del panel, recién pude detectar a Kirchner y Tabaré cuando los "fotógrafos"
que habían ingresado conmigo tiraron involuntariamente parte del
"decorado". La foto "de familia" ya era imposible.
De
pronto, por una escalera situada a mi izquierda, veo subir raudamente a un tipo
de traje. Venía sólo. Era Chávez. Cuando lo vi acercarse, me olvidé de la cámara
trucha y del grabador periodístico. Sólo atiné a realizar un grotesco saludo
militar y a decirle "Comandante...". Él se acercó, estrechó mi mano
con fuerza y dijo: "Fuerza!!!!". Siguió entonces su camino hacia el salón
de reuniones.
En fin, una anécdota insignificante, tonta, y, lo tuve claro
desde ese mismo momento, indemostrable. Pero esa milésima de segundo en la cual
intercambié dos palabras (exactamente, dos palabras) con Chávez me da vueltas
hoy por el alma como si se tratara de un instante fundacional para mi vida. Y
no hace más que generarme una agridulce nostalgia por aquel momento en que
hasta me sentí feliz de sentirme un cholulo, es decir, un tipo que se siente un
elegido por el solo hecho de haber estado un segundo cerca de alguien que escribió
LA HISTORIA, así, con mayúsculas.
Ah, y eso que después Fidel subió por la escalera de la derecha. Pero como justo en ese momento se puso a discutir con Guillermo Geremías, no pude cantar "bingo!". Los cuatro guardaespaldas que lo rodeaban no estaban de humor para permitir otro diálogo cholulesco.
Ah, y eso que después Fidel subió por la escalera de la derecha. Pero como justo en ese momento se puso a discutir con Guillermo Geremías, no pude cantar "bingo!". Los cuatro guardaespaldas que lo rodeaban no estaban de humor para permitir otro diálogo cholulesco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario