Ni de Jure, ni del Terto, ni de una Vecinal, ni de Habana Mix, ni de Ventura…
Anoche, esa gente se ocupó de dar pruebas de ello: se quejó por la demora en el inicio (el corso comenzó después de las 22), manifestó su fastidio cuando la murga “Gambeteando la Violeta” se salió del Corsódromo para llevar adelante su rutina (excelente, pero para un Carnaval más montevideano) en un escenario central preparado para otro fin, hizo una mueca de aprobación ante algunos comentarios de Ventura (debo reconocer que se esforzó para no pasar por misógino y chantajista: por momentos, casi lo logra), y no se dio por enterada cuando el ex técnico de “El Porvenir” se fue al hotel tras anunciar que en media hora los asistentes al corso pasaron de “más de 20 mil” a “más de 60 mil riocuartenses”.
Y, en cambio, reconoció a “Carlota”, la verdadera
reina del corso, que se puso al hombro los baches entre comparsa y comparsa
para animar una fiesta que, sin ella y la buena asistencia de Ornela Lorenzoni
y Ale González, habría sido soporífera.
Pero, por sobre todo, esa gente organizó su propio
Carnaval a lo largo y a lo ancho del Corsódromo. A las 3 la mañana, a 300
metros de la columna de sonido más próxima, con los ecos de Los Zarza, una
parejita joven bailaba en una calle de tierra mientras la mayoría pasaba a su
lado rumbo al descanso del domingo. En ese “hacer lo que quiero” sin joder a
nadie, está la esencia de estos días. Que se mantenga…
Publicado Originalmente el 10 de Febrero de 2013.
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