En los comienzos de la
democracia, la Iglesia convocó a un gigantesco acto en Córdoba en defensa del
sistema. Si mal no recuerdo, le había robado la consigna a Ubaldini: "Paz,
Pan y Trabajo" era el lema. Con un amigo viajamos a la capital en su Fiat 600 (no éramos muchos los "progres" de la
Iglesia en aquellos tiempos) para contactamos con gente del Servicio Paz y
Justicia -concretamente, con María Elba Martínez, la abogada del SERPAJ,
recientemente fallecida- para "amucharnos" con ellos.
La convocatoria
fue espectacular. Había decenas de miles de personas que debían marchar desde
la avenida de la Fuerza Aérea hasta cerca de la Cañada donde Primatesta iba a
"cerrar" el acto con una oración. La gente del SERPAJ, apenas un
puñado en medio de la multitud, llevaba sus propias consignas. Adolfo Pérez
Esquivel estaba con nosotros.
Cuando la muchedumbre comenzó a movilizarse, nos
rodeó la policía cordobesa de Angeloz, la cual, no muy suitilmente que digamos,
fue arrinconándonos para dejarnos, comodísimos, en el último lugar de la
marcha, lejos de los "prohombres del catolicismo de la Docta". Demás
está decir que cuando llegamos al lugar de la concentración final con nuestras
consignas de Verdad, Memoria y Justicia, Primatesta ya dormía en el Arzobispado
el sueño de los "justos" de entonces.
Al día siguiente, ningún medio
de Córdoba registró que un Premio Nobel de la Paz había marchado con una
especie de "anticonsigna" a la oficial. Hoy cuando lo ví a Pérez
Esquivel me acordé de aquel acto compartido y no pude menos que pensar que en
Córdoba ni la policía, ni la Iglesia, ni los Medios han cambiado mucho que
digamos en 30 años.
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