Más allá de las
implicancias jurídicas y económicas que tiene su reclamo, me queda claro su
compromiso con la causa de Malvinas y su profundo dolor por haber sido parte de
lo que se quiso ocultar bajo la alfombra durante los primeros 20 años de
democracia. Ellos sienten que, a su modo, también participaron de la guerra,
también vivieron la angustia de la posibilidad de ser enviados a las islas y
también pusieron todo de sí para la victoria. Ojalá el tiempo permita que los
actos “oficiales” también los contengan.
Ello, sin menoscabo alguno para el
recuerdo de los héroes que murieron en combate y para los que arriesgaron su
pellejo en la lucha. Después de todo, como decía el Pepe Narosky, en la guerra,
no hay soldados sin heridas.
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