Reunión del Bloque UPC - Frente Para la Victoria con el Intendente Jure

Hablo a título personal. Me encontré con un jefe comunal con los pies sobre la tierra, consciente de que no son tiempos de andar diciendo  como Luis XV “après moi, le déluge”.

En realidad, el diluvio ya nos alcanzó y casi borra a la ciudad del mapa. Y lo que hemos encontrado en estos dos meses es un Ejecutivo con respuestas escasas ante las mínimas demandas de la gente (que se reparen las calles de tierra, que se retiren los árboles volteados por el viento, que, en fin, Río Cuarto vuelva a ser una ciudad digna de ser vivida).

Hoy el intendente pareció poner los pies sobre la tierra. Y, aunque no podamos asegurar que este cambio sea definitivo, pudimos dia-logar (es decir, expresar de distintas maneras los temas conflictivos). Temas tratados: cocheras subterráneas, transporte (marco regulatorio, tarifas, recorridos, estado del servicio), y, en menor medida, Código de Espectáculos Públicos. En lo personal, al final Jure me dio una grata (aunque tardía, para mi gusto) sorpresa.


COCHERAS SUBTERRÁNEAS

En principio, le planteamos que nuestra postura sobre la cochera subterránea es inmodificable en las actuales circunstancias. Imaginar al Concejo Deliberante (con la ciudad hecha pelota) debatiendo sobre como “dejar más linda” la Plaza Olmos y cómo asegurar a un privado un negocio millonario por 35 años  nos resulta no sólo un despropósito sino también una tontería para el propio oficialismo. Jure reconoció que el camino seguido el año pasado para obtener los votos que le faltaban para llevar adelante la licitación de la obra y la concesión de la misma  no fue el adecuado. Confió (confiaron) en que bastaba con decir que el anterior bloque de UPC había acordado un proyecto similar. Pues, le quedó claro, nosotros representamos un pensamiento distinto y también una realidad política distinta. En las últimas elecciones perdimos por 3 puntos, no por 17. Y esto se expresa en el número de bancas y en  el poder de negociación que tenemos.

Eso no se entendió a tiempo: y la actitud de algunos concejales oficialistas –prepotente, autoritaria, hasta rayana en lo burlesco- impidió cualquier avance en la discusión técnica (si está bien que pongamos una cochera subterránea allí), económica (si se puede otorgar un plazo de hasta 35 años de concesión), arquitectónica (si la obra no afectará en nada al Palacio Municipal), y hasta la vinculada a detalles no menores de la propia obra (si la plaza no debería contar con baños públicos, teniendo en cuenta que se la piensa hiperutilizar para eventos públicos de convocatoria masiva) y si la cochera no debería contar con ascensores. Es decir, ni caprichos ni tonterías. El intendente lo entendió así y el proyecto volverá al recinto para ser nuevamente tratado en sesiones ordinarias y cuando las circunstancias sean más adecuadas. El intendente sabrá cuando se llega a ese momento.


AUMENTO DEL BOLETO

¿Hasta dónde podemos discutir el tema del precio del boleto urbano? Cossar y los demás concejales oficialistas de Córdoba capital marcaron los límites. El radicalismo y sus socios están dispuestos a vulnerar hasta la más elemental norma jurídica (por ejemplo, aprobar un pedido de licencia de un concejal titular antes de hacer jurar a su suplente). Aquí la cuestión no cambia: por razones que podemos presuponer pero no probar, el oficialismo está dispuesto a defender el statu quo y “la rentabilidad” de la empresa. Uno imagina que el aumento oscilará entre un 20 y un 25 % (es inimaginable que llegue al 50%, al menos en lo inmediato, como pide la empresa antes de “negociar”) y, eventualmente, quedará margen para un “retoque” si “los números siguen subiendo”.

Ahora bien, si le diéramos entidad al estudio que el propio Concejo encargó a profesionales de la UTN, tendríamos que a septiembre de 2013 el costo del pasaje común debería ser $ 4,35 para una prestación administrativa “promedio”. El propio estudio revela que hay superposición de recorridos, faltas de frecuencias en otros, lugares a los que no se llega y un descuido notable en el aseo de los vehículos (algo que antes no sucedía, según todos reconocemos).

Es decir, la empresa tenía y tiene margen para ser mucho más eficiente con los recursos que posee. No los administra mal, pero podría hacerlo mejor. Si lo hiciera, el boleto en septiembre podría haber valido $ 3,75 y la empresa habría cumplido con todos sus compromisos, incluido el de obtener un lucro.

Pero, en vez de mejorar el servicio y responder a las demandas de optimizar el servicio, la empresa hizo la más fácil. Pidió un aumento del 30%. Hasta allí el “juego” era previsible. Pero  la última presentación, que implica llevar el boleto a $ 6, es no sólo inadmisible sino repudiable. En un contexto de inestabilidad económica, una pretensión de ese tipo implica arrojar nafta a la hoguera. La empresa tiene que entender que cumple con un servicio público, que por sobre ella está, entonces, el interés público, y que reaccionar como si se tratara de una multinacional o la Mesa de Enlace a las que les importa tres pitos el bienestar general, es lisa y llanamente una actitud salvajemente especuladora. Prácticamente ninguno de los insumos de la empresa puede haber subido un 50% en los últimos meses. Tratar de ejercer presión pública para que se les conceda un “generoso” aumento es, insisto, una barbaridad.

Demás está decir que el oficialismo impulsará algún tipo de incremento  al boleto de transporte urbano.  Pero algunos  ediles del oficialismo (que todavía conservan algo de sentido común) saben que no pueden generar ese aumento sin ofrecerle a la comunidad que participó de muchísimas instancias de diálogo en el 2013, al menos una recompensa. Ellos piensan que llevar algunas líneas a lugares a los que hoy no llegan o aumentar algunas frecuencias puede ser suficiente. A nosotros nos parece maquillaje. Entonces insisten con tratar también en extraordinarias el marco regulatorio del transporte urbano: un muy controversial proyecto que, al menos, busca garantizar cuatro aspectos de la cuestión:

1) No llamar a concurso para la concesión del servicio; 2) La permanencia de la empresa mientras “cumpla” con el servicio –el marco no plantea fecha de vencimiento-; 3) El monopolio de la prestación; y 4) La reinstauración de la “fórmula polinómica” para sacar del Concejo y del debate público el precio del boleto.  Es decir, todo igual, pero “regulados”. Demás está decir que en esas condiciones no sólo no acompañaremos la iniciativa, sino que seremos sus principales opositores.


CÓDIGO DE ESPECTÁCULOS PÚBLICOS

El Código de Espectáculos Públicos está listo para ser tratado en el recinto. Al intendente le dijimos que cualquier cosa que suceda hasta su aprobación será exclusiva responsabilidad de los concejales oficialistas que no quieren que se trate, por razones que no entendemos o preferimos no entender. Jure también estuvo de acuerdo, más cuando le dimos algunos detalles del mismo y, particularmente, cuando asumimos el compromiso de que si algo no funciona como esperamos (siempre y cuando no sea producto de la inoperancia del propio Ejecutivo, como sucedió con el actual) estamos dispuestos a cambiar los artículos que correspondan.  No somos dueños de la verdad y lo cierto es que muchas veces uno espera que algo funcione de una manera y ello no sucede. ¿Se tratará en extraordinarias? Lo sabe sólo el bloque oficialista.


DOS SORPRESAS

Dije que el intendente me dio una tardía sorpresa, pero en realidad me brindó dos. Por un lado, dijo no tener problemas en convocar a una reforma de la Carta Orgánica Municipal. Sé que en el PJ hay voces mayoritarias que impulsan la iniciativa. A mí, no me parece el momento más adecuado. La verdad, los motivos por las que debería reformarse nuestra Constitución local son, en general, de naturaleza estrictamente funcional y pocos de ellos pueden interesarle a la gente común como para que avale el gasto que implica una elección de convencionales (aunque estos trabajen gratis como lo hicimos quienes fuimos honrados con el voto popular en 1995 para sancionar la Carta Orgánica).

Lo más urgente es la necesidad de redefinir quienes ejercerán la labor de la justicia electoral, ya que el propio Tribunal Superior de Justicia ha instado a la Ciudad a que saque de allí a los jueces provinciales. Tema que puede, tranquilamente, solucionarse por enmienda.

La forma de elección del Defensor del Pueblo es, sí, un tema que puede generar algún debate, pero también podría resolverse vía enmienda. La posibilidad de ampliar el número de concejales o establecer candidatos por circuitos electorales es un tema más de fondo, pero en las actuales circunstancias convocar a la reforma de la Carta Orgánica por este tema se traduciría en centrar el debate una vez más en los intereses de los políticos y no los de la gente. Igual, dejo en claro que aceptaré la posición mayoritaria que adopte mi bloque, más allá de no creer  oportuno este proceso.

Por último, Jure me comentó que había firmado la autorización “para el terreno de la antena”. Primero, no entendí bien a qué se refería. Luego comprendí: había dado el visto bueno a la instalación de la antena de la TDA en la planta de EPEC. El hecho estimula la pretensión legal de conseguir  la habilitación de la antena pues descarta por completo la cuestión ambiental como causa de su clausura. Pero muestra que el gobierno nacional dejó  flancos sin cubrir cuando se instaló allí y que tampoco el municipio se mostró muy interesado en meterse en el medio de un conflicto entre Nación y Provincia.

Al respecto, sigo insistiendo: lo ideal es una negociación política con la provincia. Reabiertos algunos canales de convivencia, este puede ser el tema siguiente. Después de todo, tampoco a la provincia le conviene perder un juicio por 20 millones de pesos mínimo, lo que se demandó por daños y perjuicios causados por la decisión de rescindir unilateralmente el contrato.

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