De ecologistas y fumigadores...

La “cuestión Monsanto” demostró que el intendente municipal mantiene intacta sus dos principales virtudes políticas: el manejo de su imagen  pública y su capacidad para hacer creer que responde a las demandas sociales cuando hace exactamente lo contrario.

Digámoslo con crudeza: el informe de impacto ambiental de Monsanto era una sentencia de muerte para cualquier proyecto productivo. Basta leer alguno de sus párrafos para darse cuenta de que o a la empresa no le interesaba en lo más mínimo cumplir con ninguna norma local (llegaron a presentar documentación vinculada con el emprendimiento de Malvinas Argentinas), o alguien les había prometido impunidad. Lo concreto: el informe es lapidario. Agregar, como hizo el intendente, consideraciones políticas al mismo no hace más que empañar la labor de los técnicos y generar un debate absurdo, hipócrita y detestable sobre lo que no debe discutirse: el cumplimiento de la ley.

Lo de la defensa de la “paz social” es lisa y llanamente una puesta en escena, respaldada por los mediocres funcionarios que convocaron a la marcha “pro-Jure” y por quienes ni siquiera se tomaron la molestia de decir que cualquier norma que se establezca ahora en el municipio no tiene ningún efecto jurídico sobre Monsanto.

La marcha, en realidad, sirvió para ocultar otra decisión: la de autorizar al Aero Club “por última vez” a fumigar sobre las casas de un barrio ubicado sobre terrenos que el propio club loteó. Demás está decir que la lucha de las madres de Ituzaingó probó ante la justicia la responsabilidad criminal de quienes autorizaron o ejecutaron prácticas idénticas en las proximidades de esa población.

También la movilización “de apoyo” a nuestro flamante Pérez Orsi permitió ocultar que nada se hace frente a la denuncia de contaminación que pesa sobre Bio4, el carísimo sponsor del candidato 2016 del oficialismo. En la propia audiencia pública sobre el uso del suelo en el nuevo ejido urbano, se denunció a la empresa por contaminar el aire que la circunda. Incluso se habló de consecuencias tan verificables como gravísimas. Nadie parece haber tomado nota de la denuncia.


MONSANTO. Que quede claro que Monsanto hizo todo para ser rechazada: desde presentarse con otro nombre hasta invitar a los movimientos ecologistas de la ciudad a la futura planta y no saber cómo explicarles la razón de ser de algunas de las obras que allí se construyeron.

Si para muestra basta un botón, hace dos semanas los concejales recibimos de la empresa esta invitación (que reproduzco en sus aspectos más pertinentes):

"Por medio de la presente quisiéramos invitar a los miembros del Concejo Deliberante a visitar la estación experimental y la planta procesadora de semillas que Monsanto tiene en la provincia de Buenos Aires, en las localidades de Fontezuela y Rojas el próximo viernes (…) El propósito del viaje es que conozcan las instalaciones de la planta de Fontezuela que tiene similares características a la que se quiere instalar en Río Cuarto y la de Rojas que es parecida a la que se desea construir en Córdoba. En Fontezuela conocerán que es lo que se hace en una estación experimental y podrán ver que no se causa daño alguno al medioambiente o la salud.”

¿Queda claro? Según Monsanto, la de Fontezuela no contamina y para probarlo hay que recorrer también la de Rojas (la cual es idéntica a la de Malvinas Argentinas). Aunque la invitación luego quedó sin efecto, el contraste propuesto es una auténtica confesión de parte.

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