Félix Díaz en el Concejo Deliberante

Escucharlo personalmente o, al menos, sin edición alguna, con Guillermo Geremía, deja en claro, ante todo, que el personaje político creado por los medios es distinto al verdadero líder Qom. Él sabe que es parte de una lucha ancestral en la cual las alianzas duran menos que las promesas del intendente a los vendedores ambulantes.

Me dice Marcelo Irastorza (no sé si desde la picardía periodística de sacar de mentira, verdad) que alguien tuitió (perdón el neologismo) que me retiré del recinto cuando don Félix estuvo en el Concejo Deliberante para no participar de la ceremonia en la cual se lo invistió como visitante ilustre. Como no tengo esa cosa que llaman Twiter, no puedo saber si es verdad.

Pero por las dudas hubiera una ameba intelectual (con perdón de las amebas) a quien la sangre le llega primero a la punta de los dedos y luego recién al cerebro, hago estas precisiones: la visita de Díaz estaba prevista para el final de la sesión ordinaria. Llegó cuando esta comenzaba. El presidente del Concejo dispuso un cuarto intermedio que fue rápidamente aprovechado por algunos concejales para salir del recinto. Yo permanecí estoico. Pero cuando el acto formal derivó en un acto partidario a través del cual varios miembros de la alianza gobernante –alguno sin la más mínima representación legislativa ni municipal- entregaban (cuan modernos Colones) sus regalos a don Felix, aproveché para ir a buscar un par de lentes a mi oficina.

Cuando volví (dos o tres minutos después) Juanpi Casari cerró la parte “informal” con la entrega de un cuadro de un pintor local. La ceremonia legislativa consistió en la entrega del dispositivo por parte de los presidentes de los bloques y Claudio Miranda y en la palabra de Díaz. Yo asistì desde mi banca a ambos –y únicos- momentos “oficiales” por lo que si alguien –émulo de la policía bonaerense de Duhalde- tiene el “Twiter fácil”, espero que se rectifique.

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