Asamblea sobre agroquímicos: REFLEXIONES VARIAS

1. En realidad, el Concejo llamó a discutir cómo proyectar la ciudad hacia el año 2020 teniendo en cuenta el nuevo ejido municipal. Salvo uno o dos expositores, nadie habló de otra cosa que no sea sobre el tema del uso de los agroquímicos cerca de los sectores urbanos. Aún así, fueron diez horas muy bien invertidas.

2. Si nos quedamos con las estadísticas, al final de cuentas la diferencia mayor entre “Río Cuarto sin agrotóxicos” (al menos, de algunos de sus voceros) y la Sociedad Rural es de apenas 490 metros. Mientras la entidad de bien público propone que no se usen agrotóxicos a menos de 500 metros de un centro poblado, la Rural dijo que en Europa se utilizan a diez metros de las ciudades, calle de por medio. Nuestra ordenanza establece fuertes restricciones hasta 800 metros de la zona urbana. ¿Hace falta decir que los muchachos ruralistas han planteado por todos lados que los concejales estamos locos?


3. Es cierto que es posible una agricultura orgánica. Hubo ejemplos contundentes. Pero también es cierto que el nivel de riesgo parece ser (en el tiempo) muy alto. Y basta con ver a la Mesa de Enlace para entender que la patronal agraria no tiene ningún interés en dejar para mañana lo que puede ganar hoy.

4. Prácticamente, todos los testimonios fueron valiosos. Por distintos motivos, rescato los siguientes: los de los alumnos de la escuela primaria de Jardín Norte, atemorizados por el uso de agroquímicos a metros del establecimiento. El de Nelson Doffo, un discurso desde la ciencia pero con una clara matriz política alejada de los extremos. El de la mujer vecina de Bio4 que denunció la contaminación ambiental que provocaría la empresa. Imposible que las autoridades miren para otro lado después de semejante testimonio. Puede que los problemas que padece no estén relacionados con Bio 4, pero decir que es urgente analizar la situación resulta una obviedad. Y el mensaje de Chun Zonni, que puso blanco sobre negro acerca de quiénes son los verdaderos responsables de los condicionantes que los TBI imponen a la Argentina gracias a Menem y De la Rúa y a pesar de que desde hace una década el viento sopla en su contra.

5. Me gustó la solvencia técnica y moral de algunos de los oradores que llegaron desde otros lugares del país. A algunos los conozco desde hace años y realmente me parecen profesionales muy valiosos. Pero resultó triste ver que tenían puesto el mismo y desactualizado cassette al hablar de lo que dicen las ordenanzas riocuartenses. Al final de cuentas, teniendo en cuenta que la ciudad ha cuadriplicado su ejido urbano cuatro veces en los dos últimos años y que recién estamos comenzando a regular un territorio que es INMENSO como para poder ya ejercer plenamente el poder de policía local, lo avanzado hasta el momento es impresionante. No podemos olvidar que estamos en una de las ciudades más sojadependientes del país y que la dirigencia local siempre ha sido reactiva a todo cambio en esa condición. Miren –si tiene alguna duda- como actúa el gobierno actual.

6. También advertí un interesante cambio en las posturas de las juventudes rurales, algunos de sus representantes con apellidos simbólicamente “ilustres”. Mucho más prudentes y abiertos al diálogo que sus progenitores. De los sectores progresistas se dice que a los 20 años son incendiarios y, a los 40, bomberos. Ojalá que de estos muchachos no tengamos que decir que a los 20 son “jóvenes productores con inquietudes sociales” y a los 40 “carcamanes sojeros con pretensiones absolutistas”.

7. ¿Sensación final? Estamos por el buen camino, pero necesitamos avanzar con prudencia. Hace tres años, solo TRES AÑOS, este debate nos era ajeno. Hoy el futuro está en nuestras manos. Debemos tomarlo sabiendo que el perfil de ciudad difícilmente lo podamos cambiar en el corto plazo.

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