Permitanme compartir con ustedes este notable análisis de Pablo Callejón de la política riocuartense a un año de los comicios municipales. Hace rato que alguien "de afuera" no la describe con tanta certeza, en especial, en relación con el pejotismo telúrico. Si Pablo fuera peronista, bien podría decir dentro de un tiempo: "no digan que no les avisé". Por las dudas, lo digo yo.
LA RECTA FINAL
“El problema no es lo que se hizo, sino que lo que se dejó de hacer”. La reflexión pertenece a un viejo dirigente radical y surge como una sentencia para la gestión municipal. No fue la última alocución del intendente Juan Jure ante el parlamento, aunque se pareció. Un discurso bulímico y repetitivo, rodeado por un contexto excesivamente parco, pareció revelar la incomodidad de un mandatario con su gestión. Los tiempos de bonanza económica fueron un malogrado antecedente y queda la opacidad de un mandato que concluirá con finanzas aún más endebles.
La creencia de que cada final de mandato muestra las mejores consecuencias de un gobierno no brinda demasiadas certezas. Jure apostó y perdió por igual en ambiguas jugadas políticas. El papelón de Inviron, la compra de acciones y el endeudamiento de Gamsur, su acercamiento con Accastello para un Banco Regional o la confusa alianza política con Macri son reflejos de un gobierno que osciló entre aguas calmas o vacilantes, sin más brújula que la conveniencia coyuntural. Si lo hecho dejó un estela de críticas, lo que se dejó de hacer se revela en cuentas pendientes que podrían ser irreversibles.
Con los servicios públicos como cuenta pendiente, Jure evitó los anuncios grandilocuentes y hasta pasó desapercibido un plan de pavimentación que no tuvo el volumen esperado, pero que intentará ser un paliativo al penoso escenario vial. En 40 minutos, el mandatario volvió a resaltar la inversión en propuestas educativas y talleres barriales y realizó una especial referencia a los carnavales, una propuesta con sustento estatal que logró identidad propia y participación multitudinaria.
La promesa de créditos hipotecarios solventados por el Banco Ciudad asevera una desigual alianza política con el PRO. Que el intendente utilice su discurso parlamentario para divulgar la oferta financiera de una entidad bancaria suma otro ejemplo de una relación donde los privados ya se apropiaron del hall municipal como antesala de una entidad que recién será inaugurada en septiembre.
Los concejales que respiraban aliviados por el desenlace de la sesión extraordinaria, en la que el voto oficialista avaló el decreto que permitió la cesión en forma directa del millonario contrato de viviendas, admiten que un nuevo traspié los hará co-responsables de la polémica decisión. El complejo entramado concluye en que Ivecor, la empresa que incumplió el contrato, dilapidó recursos y falló en las condiciones mínimas de calidad de construcción, tuvo la nada despreciable oportunidad de elegir a quien debía sucederla. La firma de Monte Maíz dejó como herencia una extensa lista de reclamos, una denuncia penal por sobre pagos y un tiempo desperdiciado por incapacidad de obra. El contrato exigía un adelanto en aportes privados y la construcción en 5 etapas avalada por una “espalda financiera” privada que se esfumó rápidamente. La inyección de fondos oficiales no despejó dudas y desde la oposición advierten que nada parece garantizar con Incisa una realidad diferente.
Encuentra fundamentos el argumento de Jure cuando defiende al programa de viviendas y la venta de terrenos a precios razonables como instrumentos que intentan contrarrestar el déficit habitacional. También es verdad que la Nación y la Provincia tienen fastidiosos antecedentes de anuncios incumplidos. El municipio debió salir a contrarrestar las ausencias de otros niveles del Estado con mayores responsabilidades y en ese caminó halló múltiples inconvenientes. El delasotismo prometió 16 mil casas del Hogar Clase Media para Córdoba y en Río Cuarto solo pudo construir 600. La apuesta de Jure fue ambiciosa y tuvo los recursos para solventarla pero volvió a fallar en la gestión y el control de obra, dos factores clave para evitar que la principal razón de gobierno naufrague en la incertidumbre.
Las debilidades de Jure no fueron, sin embargo, la fortaleza de la oposición. El peronismo local delegó su razón de ser en las últimas elecciones municipales a la figura del gobernador y nunca pudo adquirir identidad propia. Cuando parecía que Juan Manuel Llamosas asumiría el legado para construir un proyecto alternativo que pusiera fin a la hegemonía radical, las internas del Centro Cívico terminaron por devorarlo. El edificio provincial se estableció como un espacio burocrático, poblado por cargos militantes y funcionarios sin vuelo propio. Coordinados en las sombras por Hugo Irusta y bajo el paraguas de Adriana Nazario, los cargos ejecutivos se convirtieron en la mayoría de los casos en meras oficinas administrativas de dudosa efectividad. Llamosas es todavía el dirigente con mejor imagen en el peronismo riocuartense, pero son pocas las voces que lo posicionan como el candidato natural.
Con una oposición de contradicciones endémicas y ausencia de liderazgos, el escenario del 2016 emerge indescifrable. La sospecha por una presunta reelección que Jure descartó “categóricamente”, es el resultado de la confusión generalizada que comparten oficialismo y oposición.
Si la apuesta del gobierno es lograr que la gente solo se quede con la escena final de la película deberá repensar sus gestos y acciones en una carrera contrareloj. Da la impresión que Jure no quiere o no puede cambiar los actores de su gabinete y los meses que restan serán un desafío para incorporar sustancia a la gestión. Su paso por el Concejo Deliberante solo profundizó las dudas.
Por Pablo Callejón
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