Nadie pone en duda que la EMOS es
uno de los pocos entes municipales que sobrevivieron al paso de los intereses
políticos por la administración municipal. Aún con los errores propios de
cualquier emprendimiento humano, la decisión política de asumir como un mandato
indelegable del Estado llevar agua y, en menor medida, cloacas a todos los
riocuartenses, intentó ser cumplida por todos los funcionarios que pasaron por
el área desde 1983 hasta la fecha.
Ni
siquiera el delirio privatista de los 90 pudo con ella. El afán del intendente
Rins, incluso, chocó con la oposición política no solo del PJ sino también con
el criterio antimenemista de algunos jóvenes de la UCR que no veían coherente
promover las mismas ideas y los mismos negociados que se criticaban en la
Nación. La gestión Cantero cerró en este asunto toda posibilidad de volver a
los 90 y ya en su último mandato el Toño prefirió pensarse kirchnerista antes
de recrear aventuras que habían puesto al país al borde de su disolución allá
por el 2001.
En los últimos años, las
gestiones en la EMOS siguieron la inercia impuesta entonces. Comenzaron a
desarrollarse perforaciones en distintos puntos de la ciudad que, si bien
bajaron la calidad de un producto que era el mejor del país, permitieron dar respuesta
a miles de vecinos.
Aunque la realidad hoy dista no
menos de cinco puntos de la que plantean
los afiches de campaña del intendente publicista, lo concreto es que casi uno
de cada 9 riocuartenses tiene agua corriente y uno de casi 7 posee cloacas. Con
porcentajes casi cuatro veces menores, el intendente de Tigre habla maravillas
de su postura de “construir sobre la pared que otros comenzaron a levantar”. O
Massa es un inútil total y/o en Rìo Cuarto desde hace 100 años se hacen las
cosas medianamente bien en la materia.
Con la decisión de explorar
nuevos pozos para abastecer la red, el municipio se encontró con un problema
que parecía insoluble: la calidad del agua en la zona sur de la ciudad no era
–ni es- apta para consumo humano.
Pero a veces la suerte también
juega su partido. Un especialista en perforaciones probó suerte en su campo,
ubicado cerquita del Aero Club. Y lo que obtuvo, según la DIPAS, es agua de buena
calidad. El EMOS tardó un tiempo en enterarse. Lo hizo cuando Bio 4 le propuso
tender una red especial para llevar esa agua hasta su planta. Con agua de
calidad, los costos de la empresa bajan sustancialmente.
Además la obra iba a beneficiar primordialmente a los vecinos (Carranza, Lunardi, etc., etc.) que no dudaron en iniciar el loteo urgente de sus bendecidos campos. Como se prevé extraer 10 millones de litros por día, el sobrante la EMOS imagina que podrá incorporarlo a la red troncal y así mejorar la presión del sur de la ciudad y –si alguna vez la gestión actual se acuerda de los más pobres- llevar agua corriente a sectores postergados como el Trulalá y buena parte del Alberdi.
Además la obra iba a beneficiar primordialmente a los vecinos (Carranza, Lunardi, etc., etc.) que no dudaron en iniciar el loteo urgente de sus bendecidos campos. Como se prevé extraer 10 millones de litros por día, el sobrante la EMOS imagina que podrá incorporarlo a la red troncal y así mejorar la presión del sur de la ciudad y –si alguna vez la gestión actual se acuerda de los más pobres- llevar agua corriente a sectores postergados como el Trulalá y buena parte del Alberdi.
Hasta aquí, maná del cielo. Pero la gestión
actual no puede con su idiosincrasia. Entonces, en vez de hacer las cosas como
las propias leyes municipales disponen, se apresuró a decirle que sí a la
propuesta de BIO 4. Y a suscribir, sin ninguna autorización previa, un
“convenio especial” que le puede generar gastritis a cualquier abogado dedicado
al derecho administrativo.
El convenio rompe todas las
normas jurídicas municipales, desde la propia Carta Orgánica hasta el régimen
de contrataciones. En primer lugar, acepta como precio cierto de la obra el
monto acordado entre los funcionarios del EMOS y la propia BIO 4. Ergo: ni
concurso de precios, ni licitación, ni nada de nada. Contratación directa a
cargo de la empresa y chau. “Total, la iban a hacer lo mismo”, argumentaron.
Cierto. Pero lo que BIO 4 no
podía hacer, era compensar buena parte del costo de la obra no pagando el 70%
de la factura mensual que debería abonarle a la EMOS durante dos años y cinco
meses. En otras palabras, el municipio “paga” la obra no cobrando algo así como
tres millones 700 mil pesos en concepto de agua. Recursos públicos cuya
inversión EXIGE el apoyo de los dos tercios de los concejales. No los
alcanzaron ni de casualidad.
Hagamos, entonces, algunas preguntas:
¿El “convenio especial” que
importa una inversión millonaria para la Municipalidad está legalmente
aprobado”? Queda claro que no.
La obra supuestamente sale cinco
millones cien. ¿Hay alguna posibilidad de saber si está sobrevaluada? No.
¿Se condicionó el convenio a que efectivamente
–como se prometió de manera pública- el agua que podría “sobrarle” a Bio 4
(unos 8 millones de litros diarios) llegue a la red troncal, esto es que se una
por debajo de la ruta nacional a la nueva obra con el caño maestro que
atraviesa el sur de la ciudad? Ni se les ocurrió.
¿Podría suceder que Bio4 y los
loteadores compulsivos que aparecieron alrededor del Aero tengan agua corriente
y en el Trulala pasen otros 40 años sin ella, a pesar de estar a metros de la
extracción? Y… sí.
¿Podría suceder que, con la
excusa de que “no hay autorización de Vialidad Nacional”, así como nunca se
pasó el agua corriente del centro al sur de la ruta en esa zona ahora no se
construya la obra inversa? Y, de acuerdo con el convenio sí.
Entonces, que quede claro: puede
que tan lúgubres presagios obliguen a quien quiera ser candidato a intendente
por el oficialismo en 2016 a evitar que
nosotros terminemos siendo los Nostradamus telúricos. Pero el convenio NO
COMROMETE EN NINGÚN SENTIDO A NADIE A LLEVAR AGUA CORRIENTE A LOS MÁS
NECESITADOS. Es solamente un arreglo ilegal (este tipo de contratos no están
permitidos en el ámbito municipal), extemporáneo (la obra ya se ejecutó sin
autorización del Concejo Deliberante en un 40%) y a la medida de los que más
tienen. Es decir, a favor de Bio 4, de los loteadores y de los que (en su afán
de autobombo) se olvidaron de que las leyes están para marcar el camino.
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