Gente amiga. Llevo dos semanas como concejal. Como corresponde, la realidad supera a la imaginación. En la práctica, tengo una mezcla de deseo, necesidad y compromiso de decirles qué “joraca” estamos haciendo. A diferencia de mis pretéritas épocas de cronista parlamentario municipal, hoy no basta con que un diario publique lo que pensás y obrás en consecuencia con ese pensamiento. Primero, hay cerca de medio centenar de medios de comunicación “regulares” en Rìo Cuarto. Segundo, al margen de líneas editoriales, posturas “anti-K” y gorilismo asumido y militante, los medios locales hoy caen en una práctica peligrosa: relatan los relatos.
Uno sabe, por experiencia más que decanal, que quienes cubren las sesiones del Concejo Deliberante son tres o cuatro medios. Lo que no imaginaba es que, en algunas oportunidades, ni siquiera esos medios cuentan con el personal suficiente para cubrir al Parlamento local. Entonces, la crónica surge del testimonio de algún referente del cuerpo, quien –es obvio- dice lo que le conviene. En la sesión en la cual el oficialismo aprobó un subsidio de dos palos y medio a GAMSUR, una concejala radical sostuvo que el intendente municipal “fue coaccionado” por “el gremio de los camioneros y por (Hugo) Moyano” para que, primero la Municipalidad se quedara con la empresa, y luego se la cediera a COTRECO. Ergo: denunció al propio intendente de haber violado los deberes de funcionario público al no haber efectuado la correspondiente demanda judicial por “coacción”. Por si no se entendió: el “mejor negocio” de los últimos 25 años de la Municipalidad y la cesión de un contrato de 600 millones de pesos a “un gremio que contaba con el apoyo de la presidente de la Nación” (según dijo la misma concejala) debió ser invalidado no sólo (como pensamos nosotros) por los desquicios legales que provocó sino también porque el intendente fue amenazado.
Ni ese martes ni al día siguiente NADIE dijo nada. Es más, terminé preguntando si yo había escuchado mal. Lamentablemente para la ciudad, no había sido ese el problema. El tema parece viejo pero aún puede reactualizarse. Tras ese “subsidio”, GAMSUR sólo existe por tres motivos: 1) si desapareciera, no podría seguir teniendo vigencia el contrato con COTRECO que deriva de GAMSUR. 2) hay que hacer frente aún a una millonaria deuda con el fisco, 3) todavía quedan “socios” privados que formalmente pueden oponerse a una decisión mayoritaria. Es decir, habrá más noticias (malas) para este boletín.
El mismo martes de esa sesión, el gobernador lanzó la autovía Rìo Cuarto-Córdoba. En medio de la polémica con la Nación con los Kumpas decidimos asistir. El gobernador cumplía un convenio firmado con la Nación y asumía el costo político de aumentar el “costo Córdoba" para honrar un compromiso asumido en la campaña. Al margen, reconoció públicamente que la Nación repavimentará la mitad de la autovía y se hará cargo del nudo vial que rodeará Almafuerte. Ergo: la obra será un ejemplo de que se puede trabajar en conjunto aún en el peor de los momentos. Por eso, no entiendo cual es la conveniencia de “sacarse una foto” con el truchísimo ingeniero “empresario” contrabandista porteño, incapaz de manejar un servicio de mediana complejidad como el subte. Pero, bueno, cada uno sabe por qué lo hace. Me quedo con el gobernador y la autovía: al margen del costo, implica un beneficio para los riocuartenses, hartos de buscar cada día en el diario un nombre conocido en la lista de las víctimas mortales de esa ruta maldita.
Aramburu y la Rural
En la sesión de este jueves, el cuerpo decidió por unanimidad sacar de la plaza una placa (colocada por el intendente de facto en 1980) en la cual se rinde homenaje a Pedro Eugenio Aramburu. Para la concejala Viviana Pomiglio fue “un pequeño gesto”. Respetuosamente, discrepo con ella. No es un dato político menor: los riocuartenses tardamos 21 años de democracia para devolverle a la Provincia de La Rioja el nombre con el cuál se la honra en pleno centro de la ciudad. Sacar esa placa llevó otros ocho años y el proyecto comenzó a ser tratado hace YA DOCE MESES. Mientras, desde las propias instituciones republicanas se dispuso en democracia honrar con nombres de avenidas a quienes formaron parte de gobiernos dictatoriales, hay escuelas que siguen llevando nombres de genocidas, la propia plaza central (que para Viviana debería llamarse Raúl Alfonsín) sigue siendo “Roca”, algunos medios y los peores políticos locales leen cada día “ Clarín” como si se tratara de las “Sagradas Escrituras” (los comentarios que deslizaron sobre la inexistente comparación de Cristina con Dios son prueba de que esta mezcla de cretinos y salames se mantiene inalterable) y cada dos por tres (la próxima será este jueves a la nochecita) el verdadero poder local encabeza todo tipo de manifestaciones antidemocráticas.
Al margen de la legitimidad mayor o menor de los reclamos, los movimientos de enero de 2002 y del “campo” en el 2008 tuvieron aquí sesgos fascistoides muy marcados. Por eso, no puedo coincidir con un conciudadano que ahora dice que hablar de “oligarquía” es “antiguo”. Juan Pablo I decía que la gran victoria del diablo en el siglo XX fue hacer pensar que no existía. Aquí parece cumplirse la misma premisa: decir que hoy no hay “oligarcas”, al margen de que el concepto pueda haber variado de sentido, implica ningunear también la contrapartida: si no hay adversario, si, de pronto, hemos vuelvo al “fin de la historia” de Fukuyama, ¿contra qué y para qué la lucha? No nos engañemos; los muertos que algunos matan, gozan de buena salud.
Hablando de este tema (je), vale la pena aclarar un comentario periodístico del día de hoy: es cierto que la mitad de los concejales de UPC-Frente para la Victoria no fuimos a la Rural. Pero, al margen de que algunos nos prometimos no ir a ningún acto oficial de la SRRC mientras no se revierta con claridad la decisión de declarar a un dirigente local persona no grata por pensar distinto (medida que viola la Carta Orgánica municipal que prohíbe a los ciudadanos de Río Cuarto discriminar por razones ideológicas), en realidad, no fuimos invitados. Es decir, si la disputa continúa por “todos los medios”, está claro que no es por responsabilidad nuestra. Es mas en la campaña reconocí a la SRRC por reivindicar un Río Cuarto industrial por sobre la idea de la “ciudad de servicios”, que pretenden los más conservadores . No obstante, por lo ya expuesto, si es cierto que no compartimos el “interés municipal” asignado a la muestra.
Por último, una breve reflexión sobre la supuesta “división del bloque”. Por lo menos hasta aquí, en la función específica, no ha habido ninguna razón para proclamar que "la bancada está dividida”. Frente a la gente que nos votó no hemos cambiado en nada aquello que se propuso en conjunto a la ciudadanía. Las diferencias que entiendo se presentan son ajenas a la “interna” del bloque: hay quienes creen que el presidente del bloque es un dirigente gremial que debe pelear “por las dietas de los concejales” y consultar cada palabra que diga públicamente. Como no creo que resulte ni siquiera eticamente viable un Sindicato de Concejales ni voy a aceptar jamás que alguien me pida prudencia en la defensa de lo que creo, allí sí reconozco mis diferencias.
Aramburu y la Rural
En la sesión de este jueves, el cuerpo decidió por unanimidad sacar de la plaza una placa (colocada por el intendente de facto en 1980) en la cual se rinde homenaje a Pedro Eugenio Aramburu. Para la concejala Viviana Pomiglio fue “un pequeño gesto”. Respetuosamente, discrepo con ella. No es un dato político menor: los riocuartenses tardamos 21 años de democracia para devolverle a la Provincia de La Rioja el nombre con el cuál se la honra en pleno centro de la ciudad. Sacar esa placa llevó otros ocho años y el proyecto comenzó a ser tratado hace YA DOCE MESES. Mientras, desde las propias instituciones republicanas se dispuso en democracia honrar con nombres de avenidas a quienes formaron parte de gobiernos dictatoriales, hay escuelas que siguen llevando nombres de genocidas, la propia plaza central (que para Viviana debería llamarse Raúl Alfonsín) sigue siendo “Roca”, algunos medios y los peores políticos locales leen cada día “ Clarín” como si se tratara de las “Sagradas Escrituras” (los comentarios que deslizaron sobre la inexistente comparación de Cristina con Dios son prueba de que esta mezcla de cretinos y salames se mantiene inalterable) y cada dos por tres (la próxima será este jueves a la nochecita) el verdadero poder local encabeza todo tipo de manifestaciones antidemocráticas.
Al margen de la legitimidad mayor o menor de los reclamos, los movimientos de enero de 2002 y del “campo” en el 2008 tuvieron aquí sesgos fascistoides muy marcados. Por eso, no puedo coincidir con un conciudadano que ahora dice que hablar de “oligarquía” es “antiguo”. Juan Pablo I decía que la gran victoria del diablo en el siglo XX fue hacer pensar que no existía. Aquí parece cumplirse la misma premisa: decir que hoy no hay “oligarcas”, al margen de que el concepto pueda haber variado de sentido, implica ningunear también la contrapartida: si no hay adversario, si, de pronto, hemos vuelvo al “fin de la historia” de Fukuyama, ¿contra qué y para qué la lucha? No nos engañemos; los muertos que algunos matan, gozan de buena salud.
Hablando de este tema (je), vale la pena aclarar un comentario periodístico del día de hoy: es cierto que la mitad de los concejales de UPC-Frente para la Victoria no fuimos a la Rural. Pero, al margen de que algunos nos prometimos no ir a ningún acto oficial de la SRRC mientras no se revierta con claridad la decisión de declarar a un dirigente local persona no grata por pensar distinto (medida que viola la Carta Orgánica municipal que prohíbe a los ciudadanos de Río Cuarto discriminar por razones ideológicas), en realidad, no fuimos invitados. Es decir, si la disputa continúa por “todos los medios”, está claro que no es por responsabilidad nuestra. Es mas en la campaña reconocí a la SRRC por reivindicar un Río Cuarto industrial por sobre la idea de la “ciudad de servicios”, que pretenden los más conservadores . No obstante, por lo ya expuesto, si es cierto que no compartimos el “interés municipal” asignado a la muestra.
Por último, una breve reflexión sobre la supuesta “división del bloque”. Por lo menos hasta aquí, en la función específica, no ha habido ninguna razón para proclamar que "la bancada está dividida”. Frente a la gente que nos votó no hemos cambiado en nada aquello que se propuso en conjunto a la ciudadanía. Las diferencias que entiendo se presentan son ajenas a la “interna” del bloque: hay quienes creen que el presidente del bloque es un dirigente gremial que debe pelear “por las dietas de los concejales” y consultar cada palabra que diga públicamente. Como no creo que resulte ni siquiera eticamente viable un Sindicato de Concejales ni voy a aceptar jamás que alguien me pida prudencia en la defensa de lo que creo, allí sí reconozco mis diferencias.
Pero, insisto, hasta el presente (en los temas municipales propiamente dichos) el grupo ha actuado monolíticamente. Por ejemplo, aún cuando en los pasillos se hablaba de “padrinazgos” pesados, todos los concejales trabajamos junto con Guillermo Natali para que los terrenos del Ferrocarril no fueran “obsequiados” a supuestos amigos del poder. Además también se está trabajando conjuntamente para que la concepción de servicios públicos que pregonamos en la campaña se traduzca en el actual período. La gente que confió en nosotros nos obliga a no ser miserables y apostar a que finalmente en esta gestión municipal esos servicios se extiendan a los sectores más humildes. Eso, al fin de cuentas, es el compromiso que nos lleva a estar donde estamos.
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