Tercera semana como concejal. Al principio, uno teme no tener mucho para contarles a los amigos. Luego, advierte que lo más probable es que los aburra con detalles. Hagamos el intento.
Un concepto diferente
El bloque de concejales UPC-Frente Para la Victoria había presentado hace algún tiempo un proyecto para garantizar que los barrios marginales de la ciudad reciban prioritariamente los servicios públicos que presta el municipio. Para cualquier observador desapasionado, una obviedad. En la práctica, una marcada diferencia ideológica. El oficialismo apunta al desarrollo de las políticas sociales de integración a través de la Subsecretaría de Promoción Social y de la Fundación Social. El presupuesto de esta última es de 150 mil pesos (pregunté si ese era el presupuesto diario o mensual, aunque sabía la respuesta: ese es el presupuesto anual).
La diferencia, entonces, es obvia: para nosotros, antes que cualquier otro proyecto, está el de llevar los servicios básicos a todos los barrios, aún aquellos que registren asentamientos no convencionales, precarios o ilegales, como prefiera llamárselos. En tal sentido, mi primer proyecto fue pedir que se provea de agua potable a un sector del Quintitas Golf que no cuenta con ningún servicio. Lo propio pasa en el barrio Trulalá. El argumento para no llevar agua potable, en ambos sectores, es el mismo: Vialidad demora una eternidad en autorizar el cruce de un caño de agua corriente por debajo de la ruta y la obra cuesta 10 palos (de los nuestros, no de los que adoran los “espontáneos" manifestantes del jueves”).
Es que el destino del dinero marca el compromiso ideológico de una conducción. Debo reconocer que alguno de los funcionarios de la Fundación y de la Subsecretaría de Promoción es digno de ser valorado. Ni hablar de las y los asistentes sociales. Pero si se reconoce que hay 800 (si, OCHOCIENTAS) viviendas precarias en la ciudad, con dos mangos no hay política que valga. Es cierto que el municipio solo no puede ni siquiera hacer el amague de una solución, pero cuando uno observa resistencia a la más elemental de las definiciones políticas, darle prioridad PRESUPUESTARIA a los más necesitados, no puede menos que augurarse un futuro de puertas cerradas a este tipo de iniciativas.
Me pregunto qué pasaría si una cuadra (media cuadra, si prefieren) del casco céntrico de la ciudad se quedara sin agua corriente medio día. Imagino que las soluciones creativas, económicas y, por sobre todo, eficaces, estarían a la orden del intendente. Entonces, ¿por qué ni siquiera se piensa en llevar una cisterna adonde no existe la posibilidad del agua potable? Es, aún, una pregunta que espera su respuestas. Como en los viejos folletines, esta historia “continuará….”
La diferencia, entonces, es obvia: para nosotros, antes que cualquier otro proyecto, está el de llevar los servicios básicos a todos los barrios, aún aquellos que registren asentamientos no convencionales, precarios o ilegales, como prefiera llamárselos. En tal sentido, mi primer proyecto fue pedir que se provea de agua potable a un sector del Quintitas Golf que no cuenta con ningún servicio. Lo propio pasa en el barrio Trulalá. El argumento para no llevar agua potable, en ambos sectores, es el mismo: Vialidad demora una eternidad en autorizar el cruce de un caño de agua corriente por debajo de la ruta y la obra cuesta 10 palos (de los nuestros, no de los que adoran los “espontáneos" manifestantes del jueves”).
Es que el destino del dinero marca el compromiso ideológico de una conducción. Debo reconocer que alguno de los funcionarios de la Fundación y de la Subsecretaría de Promoción es digno de ser valorado. Ni hablar de las y los asistentes sociales. Pero si se reconoce que hay 800 (si, OCHOCIENTAS) viviendas precarias en la ciudad, con dos mangos no hay política que valga. Es cierto que el municipio solo no puede ni siquiera hacer el amague de una solución, pero cuando uno observa resistencia a la más elemental de las definiciones políticas, darle prioridad PRESUPUESTARIA a los más necesitados, no puede menos que augurarse un futuro de puertas cerradas a este tipo de iniciativas.
Me pregunto qué pasaría si una cuadra (media cuadra, si prefieren) del casco céntrico de la ciudad se quedara sin agua corriente medio día. Imagino que las soluciones creativas, económicas y, por sobre todo, eficaces, estarían a la orden del intendente. Entonces, ¿por qué ni siquiera se piensa en llevar una cisterna adonde no existe la posibilidad del agua potable? Es, aún, una pregunta que espera su respuestas. Como en los viejos folletines, esta historia “continuará….”
La Caja
Voté en contra de repudiar la decisión de la provincia de reformar el sistema jubilatorio. Juro que nadie me regaló la azul casaca de La Militante para tomar esa decisión. Simplemente, me parece hipócrita que un municipio que hace todo lo posible por joder a sus propios jubilados, cuestione a quien asume el costo político de una decisión impopular.
Lo formulo como interrogante: ¿Puede un municipio que no paga en tiempo y forma a sus empleados cuestionar la medida provincial? ¿puede un municipio que abona en negro parte de los emolumentos de sus funcionarios lamentar que los jubilados (sus propios jubilados) no cobren luego el 82%? ¿Puede criticar al gobernador un municipio que paga con cheques diferidos sus compromisos con diversas entidades, las cuales para pagar a sus trabajadores, deben liquidar esos valores en una cueva financiera, propiedad de vaya uno a saber quién? Sé que no hay una respuesta unívoca. Por eso, aún a riesgo de las correspondientes críticas, dejo en claro que yo entendí que no. Y por eso voté en contra.
De cualquier manera, algo bueno pude conocer en medio del debate: otra concejala del oficialismo aseguró que ella (que fue reelecta) no votó (y dijo que no se hacía cargo de quienes votaron a favor) la sesión del contrato de Gamsur a COTRECO. Es la segunda edil de la misma bancada que nos dice: “Yo, señor”, “No, señor”. Al ritmo del cuento de la buena pipa, antes de fin de año hasta el bueno de Martín Carranza terminará preguntándonos a nosotros quién diablos nos encajó COTRECO. ¿Habrá sido el Bocha Scoppa?
Cacerolas de teflón
Para Cablevisión, había 200 mil personas en Capital Federal, 20 mil en Córdoba y dos mil en Río Cuarto. Lo cierto es que la marcha que dijeron encabezar la desnudista (por decirlo sutilmente) Natacha Jaitt y el rabino Bergman en Buenos Aires, y un ex consejero estudiantil de Franja Morada en la Facultad de Ciencias Humanas de nuestra Universidad, dejó un mensaje claro: en la oposición al gobierno nacional, Magnetto es Dios y Lanata, su profeta.
Misóginos, salames, nazis, golpistas, y, fundamentalmente, defensores de la Biblia vernácula (el multimedio) unieron sus cacerolas de teflón para reclamar (con el mismo énfasis y desde la misma vereda) el fin del “cepo” al dólar, el rechazo a la re-relección, la defensa de la “libertad”, la lucha contra la “inseguridad” (que en varios radios aquí tradujeron como el resultado de los accidentes de tránsito fatales en la A 005), la “ valentía” frente a quienes “siembran miedo” (¿?), el fin del comunismo a la venezolana, el cierre de la cadena nacional, y, fundamentalmente, según bien explicó en medio de la cobertura “en vivo y en directo” desde Plaza Roca nuestro “Cablevisión”, la defensa del monopolio frente a la ley de Medios. “Vienen por todo” decía la patética locución de un aviso de dos minutos que emitieron mientras las “columnas de casi seis o siete cuadras” llegaban al Palacio Municipal. El “todo”, en realidad, es la separación de “Cablevisión” o de “Canal 13” de Buenos Aires. Es decir, deben vender o el cable o el canal de aire, por el simple hecho de que es incompatible, ilegal, inmoral y profundamente antidemocrático autoasignarse el papel de orador único en el escenario mediático nacional. Se acerca el 7 de diciembre ¿Qué te pasa, Clarín? ¿Estás nervioso?
A propósito, la Corte ya dejó en claro que Cablevisión debe cumplir con la grilla fijada de acuerdo con la ley. Ergo: ya no hay excusas para dejar fuera de ella a los canales aéreos locales (Quatro y 9), a Paka Paka, a CN23, a Cba 24, etc., etc.
El viernes los medios clarinistas insistían en que “el gobierno debe escuchar al pueblo” . Si por un fatídico segundo supusiéramos que “el pueblo” son ese grupo de apologistas de la “Libertadora” (más que de la libertad), en realidad nos quedaría claro que no es al gobierno nacional al que se le dice que debe escuchar. Si le gritan a Cristina “ ándate con Néstor”, si lamentan no poder gastar (como Susana Giménez, por ejemplo) 5000 dólares de una en un negocio extranjero, si se molestan porque la AFIP persigue a los evasores, si cuestionan la moralidad de quienes perciben una asignación universal por hijo,…, en fin, si siguen siendo los mismos de siempre, el “mensaje” no es para nosotros. A lo sumo, vayan (por derecha, de ser posible) a buscarlo a Ahuad en el Radicalismo, a la impúdica tránsfuga ideológica de la Morandini en la Coalición Cívica, al colombiano De Narvaez (quien ahora sí dice que hay que respetar la Constitución Nacional), al contrabandista capitalino, a la todopartido Bullrich, a la profeta Elisa y a tantos otros que están dispuestos a representarlos. Pero, por acá, ni se molesten.
Proyectos
Bueno, volvamos a lo nuestro. Ya les comenté el proyecto de agua potable para Quintitas Golf. También he pedido un informe sobre la situación de los edificios que pertenecen u ocupa la Municipalidad. Esta semana llovió fuerte y en más de uno de ellos se observó la falta de un adecuado mantenimiento.
También he pedido que se estudie la factibilidad de crear el sistema de “botón de pánico” en Río Cuarto. Se trata de un dispositivo que se entrega a las mujeres que poseen una medida judicial de exclusión del hogar de la actual o anterior pareja. Si ésta no cumple con la prohibición de acercarse al hogar de la mujer, esta aprieta un botón, por GPS la policía o el municipio detecta de donde viene la señal de alarma, y, en minutos, un móvil policial acude al lugar.
Algunos dirán que es una tontería. En Tigre ha dado resultado. Vale tomar el ejemplo si en la Argentina se cometen más feminicidios en los hogares que en las propias calles. Lo dicen todas las crónicas: la mayoría de esas muertes son producto del accionar de un hombre que en algún momento cohabitó con la víctima. Está claro, entonces: no es una “sensación de inseguridad”. La mujer que sufre violencia de género está mucho más en riesgo en su casa que en la vía pública. Es cierto que el sistema para ser aplicado requiere una inversión importante (en Tigre todo se hizo más fácil porque el municipio hace tiempo viene trabajando en el tema). Pero si no comenzamos a concretar en hechos los muy buenos discursos que se escuchan desde los estrados oficiales, estaremos golpeando una vez más a la mujer indefensa.
Publicado originalmente el 15 de Septiembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario