Completamos el primer mes
como concejal, en una semana con sabor agridulce. La previa a la sesión en el
Lanteriano La Merced fue gratificante. Los pibes demostraron que cuando se les
abre el juego, terminan marcando rumbos. Como contrapartida, el oficialismo
transformó la sesión en una serie interminable de peroratas. Dos temas
desvelaron a los colegas: por un lado, resaltar cómo ellos reaccionaron “eficazmente” cuando
descubrieron (unos cuantos añitos después que los pibes y los docentes del
Lanteriano, si se me permite decirlo) que hay pobreza extrema en la ciudad. Por
el otro, biografiar a cuanto héroe propio haya pasado por el barrio Alberdi. Menos mal que Miguel Serra no jugó nunca para el “mercedario” y –que se sepa-
el Fatiga Massei no anduvo por ningún comité radicheta. De lo contrario,
todavía estaríamos en el Instituto escuchando los fundamentos para declarar de
interés municipal el “Día del Futbolista Riocuartense”.
Primeros Proyectos
El proyecto de entregar
un botón de pánico a las mujeres que cuentan con una sentencia judicial que
excluye del hogar a sus ex parejas ha tenido una buena recepción. Incluso desde
distintas áreas del Ejecutivo provincial me informaron que estaban trabajando
en la implementación de un sistema similar. No hay ni superposición ni
redundancia: simplemente deberemos pedir al Ejecutivo municipal que, al margen de analizar la factibilidad de instrumentar el sistema desde
el municipio, articule con la provincia su implementación. Lo peor que podemos
hacer es dejar en manos de otra jurisdicción la iniciativa como si ésta nos
resultara ajena.
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